Publicado: 29.01.2017
En la primera entrada del blog, así suele suceder con las cosas que se hacen o viven por primera vez, no se sabe si está bien o si uno se está comportando de manera completamente tonta.
Así me ha ido en los últimos días con más frecuencia: volar por primera vez en un vuelo de larga distancia, desarmar una bicicleta por primera vez (es más difícil de lo que pensé, pero es posible ;-)), embarcarse solo en un viaje por primera vez, escribir mi propio blog por primera vez...
Las preparaciones me pusieron ante un desafío: ¡¿cómo se lleva una bicicleta, una tienda de campaña, un saco de dormir + una colchoneta, repuestos para la bicicleta, equipo general y tanto ropa de ocio como de ciclismo para 8 semanas, cuando solo se tiene 37 kilos disponibles!?
Tuve la sensación de que todo se volvía más pesado a medida que pesaba o volvía a empacar. En el check-in, primero me miraron con incredulidad. Me preguntaron qué tenía en mente y cómo se me ocurría la idea. No tenía una respuesta adecuada preparada. Al final, en la balanza, el equipaje para despachar pesaba 31.1 kilogramos (se permiten 30), para el equipaje de mano, unos incomprensibles 14 kilos (se permiten 7, la balanza en casa marcaba 9.5 kilogramos). Cuando miré la pantalla, me sentí un poco nervioso, pero el amable empleado me dio mi tarjeta de embarque y me deseó un viaje inolvidable. Estaba feliz y perplejo al mismo tiempo.
Ahora quedan unas 15 horas a Auckland, aunque hemos llegado a Dubái con 2 horas de retraso. Afortunadamente, tuvimos tiempo suficiente para la conexión. Ahora espero fervientemente que mi bicicleta esté bien guardada unos pisos abajo en la panza del avión y lentamente vuelvo a quedarme dormido. Volar puede ser realmente agotador...