Publicado: 22.10.2017
Singapur, la ciudad de los superlativos.
Entre mi última parada en mi viaje, Nueva Zelanda, y la siguiente, Indonesia, estoy pasando un momento de cuatro días en Singapur. Una ciudad de extremos. Y la ciudad en la que tuve que cambiarme más veces que Madonna en sus conciertos. Salí volando a 4° Celsius y con una humedad del aire tan seca como el humor británico, y aterricé en Singapur a 31° Celsius y 100% de humedad. Afortunadamente, el camino de la estación de metro a mi albergue no era muy largo, así que no sudé toda mi fluidos en el cuerpo en el camino. Hablando de metro, es bien sabido que no se puede masticar chicle en Singapur, menos conocido es el hecho de que beber (sí, también agua) en el metro está penado con una multa de 500 SGD, alrededor de 300 euros. Durante mi tiempo en Singapur, había al mismo tiempo un festival hindú, comparable a nuestra Navidad, por lo que pude asistir a estas celebraciones en Little India. Además de este festival, también hice los otros lugares imprescindibles en Singapur, como Chinatown, los Gardens by the Bay con su Cloud Garden, así como el Helixbridge y el Merlion, el ícono de Singapur, en Marina Bay. Sin duda, uno de mis momentos destacados fueron las comidas que disfruté en los hawkers, centros de comida callejera. Entre otras cosas, allí comí pollo con arroz galardonado con la guía Michelin por solo 2,50 euros, así como una increíblemente sabrosa sopa de fideos cantoneses. Aunque aprendí que si el chef te pregunta dos veces si realmente quieres el platillo con chile, es mejor rechazarlo cortésmente. Mi próxima parada será el aeropuerto en Bali, con un posterior viaje a Gili Air. El fastboat ya está reservado...
P.D.: Debo enviar las fotos más tarde. La subida no es posible debido a la pésima conexión a Internet.