Publicado: 16.02.2023
Ciudad de marineros y conquistadores: la era de los descubrimientos fue el siglo dorado de Lisboa. El navegante Vasco da Gama, quien descubrió la ruta marítima a India a fines del siglo XV, fue recibido de manera real a su regreso en el Castillo de San Jorge. También el monumento a los descubridores recuerda a los grandes marineros portugueses. Además, las influencias históricas se reflejan en un estilo arquitectónico que solo existe en Portugal: el Manuelino. Este estilo combina elementos náuticos, moriscos e indios en un rico adorno ornamental. Ejemplos representativos de esta singular corriente artística son el Monasterio de Los Jerónimos y la Torre de Belém, el símbolo de Lisboa.
Exploramos Lisboa a pie. Caminamos a lo largo de la ribera del Tajo hasta la Praça do Comércio, que cruzamos para entrar en la Rua Augusta a través del imponente arco triunfal. Pasamos por numerosas tiendas que compiten por los clientes con descuentos. Entre ellas, mesas de cafés y restaurantes. Al pie del famoso ascensor histórico hacia el barrio alto, conocido como Bairro Alto, hay una larga fila de espera. 5€ y aproximadamente 3/4 de hora de espera nos desaniman; nos dirigimos hacia el Castillo de San Jorge. Se encuentra en una colina boscoso, accesible a través de muchas escaleras y callejuelas. Al llegar a la cima, vemos la siguiente cola (entrada 15€) y preferimos dirigirnos a un pequeño y acogedor café. Reconfortados, iniciamos el camino de regreso que nos lleva a través de la Baixa, el área de la ciudad baja dispuesta en forma de tablero de ajedrez, hacia el barrio alto, conocido como Bairro Alto, famoso por sus pequeños restaurantes donde a menudo se toca música de fado. Mientras las mujeres hacen compras, vemos a hombres disfrutando de una callejera bailarina y tomando una cerveza. Una vez que todos estamos juntos nuevamente, vamos hacia el río. Con el sol brillando, muchas personas se sientan en bares o en la playa. De buen humor, abrimos nuestro camino hacia el puerto.
La Puente del 25 de abril y la Torre de Belem las dejamos de lado, pues están demasiado lejos para ir a pie. Regresamos por el paseo marítimo hacia el barco.