Publicado: 16.10.2016
El sábado salimos de San Guilioano Terme rumbo a Florencia.
Después de perder la noción del tiempo en las calles realmente muy estrechas buscando un lugar para aparcar, ya que los aparcamientos están integrados en las casas y son sin duda demasiado angostos para nuestro castillo de aire, encontramos un bonito aparcamiento algo apartado. Después de estar caminando por las calles realmente estrechas, me sorprendió no haber chocado con scooters, italianos o casas históricas en el camino.
No tardamos en llegar a la hermosa zona central de Florencia a pie. Esta vez veníamos preparados y fotografiamos los nombres de las calles para no volver a vagar durante horas.
Estábamos completamente impresionados con la hermosa arquitectura de Florencia y sus pequeños pero algo abarrotados e innumerables mercados callejeros.
Disfrutamos observando todo por un tiempo y luego buscamos un bonito lugar en unas escaleras enormes con música de calle de fondo. Allí soportamos excelentemente los 24 grados y el sol. A pesar de que un delicioso gelato superó con creces nuestro rango de precios. Antes ya habíamos metido bastante en una tarjeta SIM italiana con suficiente volumen de datos.
Pues dado que encontramos el camino de regreso a nuestra casa rodante amarilla sin problemas, pudimos disfrutar mucho más de la maravillosa arquitectura y del bullicio de las calles en el camino de regreso, y nos detuvimos una vez más en un pequeño parque. Allí nos dejamos calentar un poco al sol.
Lamentablemente, no encontramos un lugar adecuado para dormir en nuestra furgoneta, así que nos dirigimos hacia Siena, que debería ser nuestra próxima gran parada.
Hoy queríamos encargarnos un poco de nuestro suministro eléctrico y de la ventana lateral que no se puede cerrar.
Después de algunos intentos, estaba realmente un poco desesperado porque un tornillo simplemente no quería soltar la puerta. Un conductor de autobús italiano se acercó y preguntó: '¿Un poco de problemas?' Le expliqué con gestos y un inglés incomprensible, que él no entendió, el problema, y sacó su enorme caja de herramientas de su autobús. Sin dudarlo, rompió en parte el revestimiento lateral de su soporte y juntos pudimos cerrar la ventana. También me dijo que no debería abrir la ventana tanto en el futuro, creo, y guardó sus herramientas de nuevo. Después de la breve pero sudorosa reparación, nos trajo dos botellas de agua heladas y sólo pude decirle, 'Mille grazie.'
En definitiva, la ventana volvió a cerrarse, el sol radiante nos ha bronceado y nuestras baterías están completamente cargadas, y ha sido un día extraordinario. Mañana nos pondremos en camino para explorar Siena y disfrutaremos un poco más de la vista de los viñedos.