Publicado: 14.02.2018
A pesar de mi intención de no conducir una moto en Tailandia, hoy alquilamos 2 motos para poder explorar independientemente las atracciones alrededor de Pai. Sin embargo, Laura y Steffi nunca han conducido una moto... Al principio estaban muy entusiasmadas y ambas querían conducir a toda costa. Como yo conduzco motos en Alemania, mencioné desde el principio que probablemente no podría manejar bien estando detrás de alguna de ellas. Resulta que esa fue una buena decisión. Steffi quería empezar a conducir sola en una moto, así que yo llevé a Laura detrás. Salimos muy despacio, a 100m más adelante tuvimos que girar a la derecha en una intersección - teniendo en cuenta que hay tráfico por la izquierda. Giré lentamente y después de otros 2 metros solo escuchamos un fuerte grito y una moto deslizándose por el suelo. Rápidamente nos detuvimos y tuvimos que darnos cuenta de que Steffi se había caído en la curva. Laura y algunos transeúntes corrieron hacia ella. Afortunadamente, aparte de un raspón en el pie y uno en el codo, no ocurrió nada más. Si eso no fuera suficiente, Laura intentó empujar la moto a un lado, pero esta aún estaba encendida... sin saber, accionó el acelerador y la moto saltó hacia adelante. Laura trató de hacer un salto detrás, pero el resultado fue que para los observadores externos pareciera que las chicas alemanas no saben lo que hacen...
El final de la historia fue que Steffi salió con un gran susto y ambas se niegan a conducir una moto ahora.
De regreso en el hostal, cuidamos las heridas y desayunamos correctamente. Luego conocimos a una alemana y a un finlandés. Después de escuchar la historia y ya que decidimos que íbamos a ir tres en una moto, decidieron unirse a nosotros de manera espontánea y tomar la segunda moto.
A partir de ese momento todo transcurrió sin problemas. Fuimos 5 a una cascada que, debido a la temporada seca, no contenía mucha agua. Sin embargo, fue suficiente para saltar y chapotear. Después, nos dirigimos al Cañón de Pai, donde vimos la puesta de sol. Lo especial del cañón era que entre las colinas solo había senderos muy estrechos, con pendientes empinadas a la derecha y a la izquierda. Pero el paisaje era simplemente hermoso.
Finalmente, el día se cerró con una cerveza fría en la terraza del hostal, donde se unió a nuestro grupo un holandés.