Publicado: 20.10.2017
26.09.2017
La cola en el check-in crece de manera inconmensurable. ¿Realmente caben todos en la pequeña máquina? (sí, de frente el Boeing 747 se ve realmente hermoso).
Primero los que necesitan silla de ruedas, luego otras discapacidades de movilidad y familias con niños. A mi lado, dos canadienses regresando a casa. '¿Vacaciones en Alemania? ¿Con este clima?' - 'No, estuvimos en España, pero tenemos que hacer transbordo aquí... Podría haber sido un aeropuerto más bonito.'
Tienen razón. Frankfurt no es, de verdad, un ejemplo de logros arquitectónicos.
'Creo que es más rápido cuando tienes un niño contigo. ¿No tienes alguno, verdad?,' solo les devolví una mirada escéptica '.. no. ¡Gracias a Dios que no! Pero tengo un pequeño gato,' y ellas vieron a la pequeña criatura de peluche en mi mochila.
'Si decimos que eres nuestra hija... ¿Crees que será suficiente?' - '..depende del intento!' - un movimiento de cabeza de la empleada de Lufthansa, pero aun así nos dejaron entrar. Por el buen intento.
La insolencia continúa. ;-)
Debo decir que: ¡Lufthansa realmente se esfuerza!
Mi asiento fue lamentablemente reasignado debido a una pasajera con discapacidad. Aunque la organización no fue perfecta, al menos me ofrecieron un asiento especial como compensación. Solo, directamente junto a la ventana, con cojín extra, tablet y manta más caliente.
El gato viaja encubierto como bebida.
Hay dos comidas calientes, dos bocadillos y varias rondas de bebidas - desde alcohol fuerte hasta vino, jugos y café, hay de todo.
Solo mi comida sin lactosa contiene precisamente lo que no debería contener - aceite de cacahuete.
Películas, música, minijuegos - solo que no logro dormir. Ahora hablo fluidamente 'azafata', porque su gesticulación y expresiones faciales dicen más que mil palabras.
Una rápida mirada al monitor revela: hora de aterrizar - y me encuentro en medio de Vancouver.
Es doloroso despedirse de mis recién adquiridos padres canadienses, pero fue bonito haberlos conocido.
Vancouver me recibe con un clima excelente y un cielo azul radiante. Mi propia tarjeta Compass (una especie de tarjeta de transporte público) para el Skytrain (tren subterráneo y de cercanías automatizado) ha sido traída por mi anfitrión, para suerte mía. Así que la independencia en el viaje (al menos hasta que se agote el saldo) está asegurada.
Las estaciones me parecen infinitas, pero el viaje es demasiado corto en cuanto a diversión. Afortunadamente, ahora puedo hacerlo sola. :-P
Estamos ya en casa: mi hogar temporal.