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Felicidad

Publicado: 26.01.2020

Felicidad

¿Es el suave susurro de la lluvia, que deja caer sus historias en la ventana en su propio idioma? ¿Son los recuerdos de ayer, que alimentan la mañana con un beso amoroso en el ahora? Quizás es la melodía repetitiva en tu cabeza, a la que no puedes resistir y de la que estás fascinado, porque inocentemente inocula la mejor época de tu vida en el ritmo de tu corazón, una y otra vez.

Son las palabras de otra época, que te vienen a la mente en este momento y por las cuales estás agradecido, porque están presentes en ti. Son los momentos que recuerdas y que te han llevado exactamente a donde estás hoy; que te han conectado. En conexión con amigos y desconocidos, y contigo mismo, lo cual es invaluable. Es la contemplación devota y el silencio tras una conversación que te visita tan pronto como estás solo contigo mismo y que te induce a reflexionar. Los sonidos y las vocales de su contenido, que te tocan profundamente, te dan la sensación de no querer intercambiar con nadie, porque nadie más que tú, lo sabes, lo sentirá como lo sientes tú y valorará lo que es tan precioso para ti. ¿Es el amor por los detalles, aunque o precisamente porque en el mundo hay guerra por todas partes? La alegría por una mariposa o una mariquita que se ha perdido en tu jardín o en tu sala. ¿Y sabes si esa coincidencia no estaba hecha a tu medida? La casualidad de encontrarte con alguien que nunca antes habías visto y con quien compartes lo cotidiano y una rutina, de la que ni siquiera habías imaginado un día o años antes, quizás también es la magia de la felicidad, que decidiste en solo un momento, ya sea de forma consciente o inconsciente. Todos los encuentros en momentos específicos, que ya han tenido lugar en tu vida y los que vendrán, son quizás parte del gran todo que llamas tu vida y de los cuales cuentas a otros. Son los momentos en los que se abren puertas que te muestran una nueva oportunidad y un camino completamente nuevo por recorrer.

¿Es la felicidad experimentada, si está en relación con el amor propio o una experiencia que se transmite para multiplicarla? ¿Es la felicidad tener a una persona con quien puedes reírte de la rareza del mundo, que te conoce en todo y está siempre ahí para escucharte, así como siempre disponible? ¿Es la persona que has conocido desde hace años, o aquel con quien apenas comienzas a compartir tu historia y la suya, y que tiene los mismos sueños que tú, a pesar de que sean tan diferentes?

¿Tal vez la felicidad se encuentra aún más en los momentos que pasas a solas y que siempre te recuerdan toda la belleza y también la tristeza que hay en ti, pero que a la vez siempre te conducen más hacia ti mismo? ¿Es la noche que no terminó y cuyos colores aún sientes en tu interior, o la mañana que te hizo darte cuenta de que había mucho más que debías estar listo para experimentar? ¿Fue la forma de tu interlocutor, que te recordó el sol en tu corazón y lo llamó? La luz de las ciudades que ya has visto y viajado, en las que te sumergiste sin saber qué te enseñarían y qué mostrarían, aún antes de que tu última decisión te llevara a entregarte a ellas por completo. En otra ocasión, es la mirada en el espejo, que te llama la atención sobre el brillo o el velo en tus ojos, que hasta ahora no habías notado y de cuya historia sientes algo como anticipación y reverencia. Hace medio año fue la mirada de la mujer que te miraba y a quien no necesitabas explicarle nada. En dos años, quizás será el firmamento sobre ti, que le da a tu sueño cumplido su vista más hermosa y hace que todo te aparezca bajo una lluvia de estrellas fugaces con luz diferente. Y de ayer a hoy, es la noche de baile en la que el tiempo pareció detenerse. El momento en el que todos se sintieron conectados cuando la música se encontraba con los sentidos y el agua y la risa se cargaban energéticamente en ondas sonoras. Más tarde, ya cuando el sol robó el día de regreso y los primeros pájaros se presentaron, y caminamos de la mano a lo largo del río, y ya detrás de la curva venían los primeros corredores, y me diste el beso de mi vida, mi visión del mundo de bien y mal se desmoronó y comprendí una vez más por qué la soledad es necesaria y por qué es ella la que adorna el amor con todos los sentidos.

Es el anillo en tu mano izquierda, que compraste hace ocho años después de la tormenta de verano en París. En ese entonces, fue la sonrisa a tu lado lo que te hizo sentir la felicidad, que endulzó tu despertar cada mañana. Y cuando pintaste nuestras paredes de azul y comenzamos a practicar el Body - Painting en ese momento y amar, sentí la felicidad en tu piel, que no dejaba de reír.

En los sueños, es la imagen atemporal del paisaje de calles y aromas olvidados de tu niñez, que te revela y acerca la felicidad, tan cerca que tu corazón vuelve a encontrar su latido. Y también se ha reencontrado tu fuerza, cada vez que nos escuchamos sin palabras y somos dos, aunque estemos solos, porque nuestras almas sienten de manera ilimitada lo que constituye nuestra libertad. Hoy, aquí, y desde ayer también en mañana, que trae el pasado al futuro, aún hay en cuatro semanas nuestro graffiti, que escribe nuestra vida. Es el día del año que te abre la mente y los ojos en solo un segundo, enviándote a alguien con quien no contabas. O es algo que de repente está ahí y lo sigues porque no puedes evitarlo, y transforma tu vida.

A veces, es la voz interior que te lleva a hacer algo de lo que solo más tarde comprendes el significado. Lo sientes cuando estás en el bosque y en el mar, cuando el rocío de la mañana besa el silencio, y por la tarde, cuando tomas té con una amiga y vuestras palabras se encuentran en el flujo de vuestras historias, donde las miradas reflejan vuestros años compartidos. Cuando sostienes la mano de un anciano y le escuchas, y ves sus ojos brillar o relucir. La felicidad de conocer su historia y de prestarle a esa persona tu atención te visita con gratitud.

Estar en casa y volver a casa es felicidad, y lejos, donde los extraños se convierten en conocidos, porque tu disposición le ha dado la mano, y esto se multiplica en momentos que te revelan fotos en las que te gusta mirar atrás. Buscar y encontrar, estar en el camino, es más lo que te ofrece felicidad y plenitud con devoción y el momento en el que de repente te das cuenta de que toda la vida siempre te ha mostrado sus caminos de manera inexplicable, incluso cuando creías no estar en ellos. También es la arena que sientes bajo tus pies, mientras el sol se hunde lentamente en el mar. Cuando escuchas el sonido de las olas y sigues a las gaviotas en el cielo, cuyo grito es llevado por el viento, hasta el horizonte e infinito. El brillo del agua en tus pies, que brota y te hace amar el aquí y el ahora. El primer despertar en la primavera, despertado por el canto de los pájaros que saludan el día. Salir del avión y oler el hogar. Respirar su aire y sus colores, escuchar y ver su lluvia, que se siente como agua de tierra en la piel. Disfrutar de la belleza del momento y ser consciente de su valor especial que lo convierte en lo que es: uno de esos momentos que sostienen tu vida y te forman de una manera especial que apenas puedes describir con palabras.

Es como con un amor, que saca lo más hermoso y poderoso de ti y que te da todo lo que te hace sentir completo. Es el amor que apela y toca tu amor propio y te regala un toque de humanidad infinita hacia ti mismo. La sensación de volver a sentirse libre y saludable, después de haber estado enfermo. Alegrarse por la comida y la bebida y estar agradecido por tener un techo sobre tu cabeza. La sensación de pertenencia en lo que respecta a la familia, o sentirlo entre amigos. Aún más, en uno mismo.

La felicidad se manifiesta de tantas maneras diferentes y es tan polifacética, y aun así, cada persona sabe de qué se trata cuando se menciona el término felicidad, sin importar quiénes somos, lo que somos el uno para el otro y de dónde venimos. Existe una actitud básica hacia la felicidad, que es común y conocida por todos y que todos anhelamos y de la cual nos nutrimos. La sensación que nos transmite la felicidad es la sensación de llegada. Allí donde se encuentra y se siente la paz y la alegría. Es un estado de ser que es despreocupado y ligero, atemporal y sin cargas, que aporta satisfacción con fuerza. La felicidad saca lo mejor de ti, que no deseas extrañar y te capacita para un amor incondicional, por el cual estamos abiertos y que compartimos. La energía de la felicidad es ilimitada y generosa y siempre está relacionada con la gratitud.


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