Publicado: 14.10.2018
Esta ciudad me fascina: un clima muy agradable, sol, una luz especial, aire limpio y por ello, colores maravillosos. Pero donde hay luz, también hay sombra. De alguna manera, esta capital es diferente a todas las demás que conozco - y conozco unas cuantas. Un amplio eje de calles se extiende recto a lo largo de la cima de la colina. Al caminar por ella, se pasa de una hermosa plaza a otra. Grandes plataneros ofrecen sombra, fuentes, bancos para descansar y wifi gratuito. No todo es comercial y bullicioso. Puedes relajarte y observar - ¡y disfrutar! El bullicio se concentra en una esquina: alrededor y dentro de la antigua sala de mercado de pescado - allí hay numerosos restaurantes y bares bajo un mismo techo - arriba se puede ver el humo de las parrillas elevándose - dentro, una diversidad culinaria. A la vuelta de la esquina, un museo del carnaval propio, porque el carnaval aquí es completamente diferente al de Brasil o al del Rin alemán. Disfraces extravagantes, una música especial - rítmica y con canto a varias voces, además de coloridos disfraces de fantasía. Las máscaras recuerdan un poco a Venecia. Me ha gustado mucho estar aquí y por eso me quedo un poco más.