Publicado: 16.10.2018
Hoy fue otro día de viaje, por lo que no hay mucho que contar. En realidad, queríamos ir a una isla camboyana, pero el autobús se retrasó tanto que perdimos el último ferry y no podremos cruzar hasta mañana. Ahora estamos atrapados en Sihanoukville, una ciudad que no es realmente hermosa...
Pero ya ha pasado más de una semana y es momento de hacer un breve balance. El comienzo fue, como se sabe, un poco accidentado, porque mi mochila se perdió. Sin embargo, tuvimos unos maravillosos primeros días en Bangkok y Siem Reap, y afortunadamente la mochila regresó a mí. Sin embargo, no pude pasar la primera semana sin un poco de melancolía, que ocasionalmente se hacía presente. Afortunadamente, no estoy solo aquí y siempre se puede volver a casa. Sin embargo, desde hace unos días, mi familia y yo no hemos tenido contacto, quizás distanciarse un poco mentalmente ayude.
En cuanto a salud, estoy muy bien. No he tenido problemas con la comida aquí, aunque realmente como mucho de esos puestos callejeros, que a veces son un poco sucios, porque es simplemente tan económico y por un dólar puedes conseguir una comida abundante.
Ya he recibido algunas picaduras de mosquito y no he contraído malaria; toco madera.
Lo que a veces me cansan es el clima. No necesariamente las altas temperaturas, a las que se puede escapar en parte, sino la alta humedad, que ya te hace sudar solo por estar de pie. Siempre son bienvenidos los paseos en tuk-tuk, que son increíblemente divertidos y en los que se puede conversar amablemente con los conductores, quienes gritan contra el tráfico y en dirección opuesta.
Por lo demás, veo aquí tantas cosas increíbles que me parece que he estado fuera más de dos semanas, lo cual suele suceder al principio de los viajes. Tengo curiosidad por saber qué más vendrá y agradezco que hayas leído este blog en la primera semana!