Publicado: 16.10.2018
Hoy el día comenzó de una manera muy diferente. Que aquí se traiga un Frühchen al mundo es más bien una excepción y aun así también debemos vivirlo. En la 30ª semana de embarazo, la mujer llegó al hospital con sangrado. La tomamos por la mañana con una dilatación del cuello uterino completa desde la noche. Ella entendía nuestro inglés - al menos asumíamos eso, pero nos miraba todo el tiempo con una mirada increíblemente vacía y no se movía ni un centímetro, incluso cuando tenía una contracción. Yo sostenía su mano la mayor parte del tiempo y la acariciaba.
Y luego nació el niño. Qué bueno que nadie nos dijo que estaba en posición de nalgas - es decir, con el trasero primero. Marie y yo, solos, nos miramos con ojos muy abiertos y dimos lo mejor de nosotros. Que un niño nazca espontáneamente en posición de nalgas y además en la 30ª semana de embarazo es bastante raro en Alemania. De manera teórica, sacamos al niño y atendimos al pequeño en la unidad de reanimación. Los médicos y enfermeras ya nos habían hecho entender por la mañana que el niño no tenía posibilidades de sobrevivir. Pero el pequeño de 1.1 kg lo dio todo y nosotros intentamos mantenerlo lo más caliente posible sobre el pecho de la mamá y proporcionarle oxígeno. Después de varias solicitudes y información sobre el recién nacido al médico de guardia, finalmente después de una hora se llamó a la ambulancia, que trasladó al niño a otro hospital con una unidad pediátrica.
Y aquí comienza un nuevo capítulo y una experiencia de la que ciertamente podría haber prescindido. Así que nos subimos a la ambulancia con la mujer y el Frühchen. Además, subieron una mujer de unos 80 años y tres de sus familiares, así como 2 enfermeras. Aunque