Publicado: 31.08.2017
Es lunes..., tenemos que levantarnos a las 6 para llegar a tiempo a la escuela, una frase que tras graduarse no querrías escuchar, pero que ya es una realidad unos meses después.
Esta semana fue nuestro primer día de escuela y, por ende, laboral. La 'Alexandria Christian Academy' está a unos 1 km de nuestra casa y cuenta con aproximadamente 100 estudiantes, lo que permite a los profesores conocer casi todos los nombres y el comportamiento de los alumnos. Es una escuela privada donde los estudiantes realzan sus tareas de manera independiente, cada uno a su propio ritmo, adquiriendo conocimientos a través de cuadernos de tareas. Nosotros, los voluntarios, trabajamos como 'Monitores' y revisamos junto al 'Supervisor', que es el profesor, las tareas o preguntamos sobre textos que los estudiantes deben memorizar.
También en la escuela fuimos recibidos muy calurosamente, pero con curiosidad; especialmente los estudiantes más jóvenes se acercan, te abrazan y te ofrecen un trozo de chocolate o incluso media nuez. Los estudiantes mayores, en cambio, suelen mantenerse un poco distantes al principio, a pesar de que tienen muchas preguntas, sobre todo sobre Alemania, esperan a que tú te acerques para empezar a abrirse. Pero una vez que se da ese primer paso, se conversan fácilmente y se establece una relación amena, aunque en la escuela se nos trate como a docentes.
Cada lunes, los estudiantes deben recitar el Pledge of Allegiance y cantar la canción de la escuela y el himno nacional. El Supervisor y los Monitores nos reunimos cada día antes de las clases para orar. Durante la semana, llegamos a casa solo a las 16 horas y no podemos hacer nada más, ya que a las 18 horas ya es de noche.
El jueves tuve que acompañar a tres estudiantes de último año a la universidad en Port Elizabeth, donde asistieron a clases teóricas y prácticas de ciencias naturales. Mientras los estudiantes disfrutan de su educación en aulas de piedra, a solo 100 metros hay una choza de chapa tras otra. Un township, como se muestran en las imágenes que se ven en Alemania sobre Sudáfrica. Personas que pueden permitirse una costosa educación universitaria, justo al lado de personas que no pueden costear siquiera cuatro paredes sólidas, un lugar donde las cabras caminan libremente y que se extiende a lo largo de varios kilómetros a la orilla de la carretera, delimitado solo por una cerca de madera un poco quebradiza. Aunque uno espera ver una gran distincion entre ricos y pobres al llegar a Sudáfrica, no se está preparado para ello. Aunque se han leído cosas sobre Sudáfrica y se ha tratado de comprender el país, es diferente experimentar esa distinción directamente; en ese momento empieza a entender y a realizar las privilegios que uno tiene. Mis compañeros de casa tampoco reaccionaron con gran sorpresa a mis relatos, aunque se encuentren en este país y por ende en medio de esta distinción entre pobres y ricos. Alexandria también tiene dos townships, sin embargo la mayoría de las casas tienen paredes sólidas, y muchos de nuestros estudiantes viven allí y a pesar de todo pueden permitirse una escuela privada.
El viernes, por la noche, nuestros mentores nos invitaron a cenar Vetkoek & Mince, un bollo frito que se rellena con carne picada, queso y tomates.
El domingo fue la primera vez que fuimos a la iglesia. Asistimos a una Life Church, donde se canta mucho y se involucra a toda la comunidad en el servicio. Las letras de las canciones se proyectan en televisores, mientras que el pastor canta al micrófono y es acompañado por cantantes de fondo, batería, guitarra y bajo.
En la iglesia también conocimos por primera vez a la directora de la escuela, ya que en ese momento estaba a menudo de viaje por motivos laborales. Ella nos llevó el mismo día a Kenton-on-Sea, donde pasamos todo el día con buen tiempo en la playa y un rato en el agua.