Publicado: 01.06.2019
El abandono de Kazajistán resultó ser bastante desagradable. Uno de los guardias fronterizos, una persona completamente corrupta, me envió de un lugar a otro. En el coche, simplemente tomó paquetes de cigarrillos y dulces y me dijo que le diera 2000 (5 euros). Era obvio que si no lo hacía, me haría ir a recoger 20 sellos absurdos. Más tarde, escuché de Lena que este hombre degenerado intentó arrastrarla hacia su casa, y solo gracias a la ayuda de los funcionarios aduaneros uzbekos se pudo evitar algo peor. Pero a raíz de este incidente, Lena llegó a conocer un poco a estos dos funcionarios aduaneros uzbekos y la relación fue muy agradable y cortés. Aunque el control vehicular uzbeko fue intenso, fue mucho menos que el de los uzbekos que cruzaban la frontera. Después de 3 horas, finalmente logramos cruzar esta frontera.
Al día siguiente, llegamos a Bujará, que antes era una ciudad comercial oasis en la Ruta de la Seda, con 39 grados.
Luego nos alojamos en un hotel muy bonito en la pintoresca ciudad vieja y disfrutamos del lujo. Por la tarde, paseamos por la plaza Labi Habous, flanqueada por 2 hermosos portales y embellecida por un pequeño parque con lago. Estábamos asombrados por la belleza de la ciudad antigua. Al día siguiente, visitamos las plazas de cuento de