Publicado: 21.05.2017
La noche fue corta, en St. Maarten es Carnaval. Por eso tenía que levantarme a las 4, Hannah!!! En Philipsburg había un desfile, ¡mi jefe dijo que era imperdible!
En realidad, había quedado con Marie, la chica de ayer, queríamos ir juntas al desfile y encontrarnos allí con los chicos de ayer. La esperé media hora, pero como parece que se había quedado dormida, me fui sin ella.
Era una locura. Todos estaban vestidos lo más ajustado posible, algunos incluso con disfraces. También había mujeres bastante grandes que llevaban algo parecido a un bikini. La verdad es que no se veía tan mal. Había alcohol gratis que se distribuía desde los camiones de carnaval. Estos pasaban uno tras otro por las calles. Detrás de cada camión bailaban multitudes de personas. Muchos eran locales, pero también turistas. Se bailaba twerk como jamás lo había visto en mi vida. Los locales en St. Maarten son de piel morena y no se miente al decir que nacen con el ritmo en la sangre. Era simplemente increíble, ¡todos tan felices!
Algunos de los bailes no eran aptos para menores... tampoco salías limpio de eso, aquí alguien te salpicaba con chocolate líquido allí con cerveza, etc...
Pero rápidamente me alcanzó la falta de sueño y tuve que volver a la cama.
Cuando me desperté, me dirigí a una playa que estaba al otro lado de una montaña. Llegué empapada en sudor y solo quería meterme en el agua fresca. Lo que no sabía era que la playa estaba llena de algas, así que no pude ni siquiera tumbarme. Decepcionada, volví a casa... ese ya era mi segundo día en el paraíso.