Publicado: 23.04.2017
-Actualización-
La naive euforia se transforma repentinamente en inseguridad y desconfianza al llegar tarde al aeropuerto de San José.
Desconfianza hacia el tipo sospechoso que nos observa de manera disimulada, desconfianza hacia los taxistas que se agrupan a nuestro alrededor como hormigas, desconfianza hacia la noche que llega inusualmente temprano.
Como el aeropuerto, a diferencia de nuestro hostel, no está en San José mismo, sino en Alajuela, a unos cuarenta minutos de distancia, llamamos a un taxi. Con un español deficiente, interrogo a nuestro conductor sobre el país y la gente, y debo darme cuenta de que el conversador y amable Tico es el guía turístico perfecto. El ambiente se relaja.
Más allá de que nos hemos dejado engañar en una tienda de electrónicos, no ha ocurrido nada notable en los dos días en el confuso San José. La gran ciudad no nos agradó especialmente, razón por la cual nuestras expectativas sobre Puerto Viejo de Talamanca eran aún mayores.
Conclusión:
No hemos congeniado con San José.