Publicado: 04.11.2018
01.11.2018
¡Se nos antojan pancakes de plátano! Desafortunadamente, no es tan fácil encontrar una tienda abierta en Cuenca a primera hora de la mañana (¡a las 8:30!!!) que además tenga cambio de 20 dólares. Tras una eternidad, por fin encontramos ambas cosas y nos abastecemos. Así, un abundante desayuno termina convirtiéndose más bien en un almuerzo. Pero, ¡nos lo disfrutamos muy bien!
Sin embargo, de Cuenca vemos poco ese día. Primero debemos enfrentar nuestro drama con Avianca, ya que el vuelo a Panamá sale en 10 días de Bogotá y ni siquiera estamos en Colombia en este momento. Sin embargo, no hay solución a la vista este día. Nadie ha respondido a nuestros innumerables correos, no encontramos más contactos en internet y nuestras intentonas de llamada a Inglaterra fallan por razones incomprensibles. No nos queda más remedio que pedir ayuda al papá de Annika desde Alemania y esperar.
No obstante, un pequeño paseo por las calles de Cuenca no nos lo quita nadie. La ciudad alberga más de 330.000 habitantes y está claramente marcada por su pasado colonial.
En el centro de la ciudad, la gente se agolpa alrededor de la 'Plaza Abdón Calderón'. Cuenca está celebrando una gran fiesta y el 3.11. su independencia de los españoles. Desafortunadamente, nos perdemos el gran desfile de ese día, ya que todos los alojamientos ya están reservados desde semanas antes. Por lo tanto, también nosotros no podemos extender nuestra estancia en Cuenca y decidimos tomar un bus nocturno a través de la frontera hacia Perú al día siguiente.
Los ecuatorianos parecen tener cierta afición por los protagonistas de películas e intérpretes disfrazados en la calle. Son Goku y Hulk se cruzan con Chucky, la muñeca asesina, y Predator.
02.11.2018
En nuestro plan para hoy está una caminata por el Parque Nacional Cajas. A una hora en bus se encuentra el paisaje de tundra con más de 270 lagunas a una altitud de aproximadamente 3800 m. Esta vez nos acompañan Anna, una de nuestras compañeras de hostel de Menorca, y el conocido Massimo.
Desafortunadamente, Anna no pudo disfrutar mucho de este espectáculo natural. Para ella es la primera excursión a tal altura, sin una aclimatación adecuada. Tiene de todo, desde dolores de cabeza hasta palpitaciones y escalofríos. A pesar de que insiste, nos cuesta dejarla sola en este estado en el refugio donde quiere pasar la noche.
Los tres emprendemos el camino de regreso a Cuenca y allí nos recompensamos con porciones de pizza al estilo Nueva York antes de abordar el bus nocturno a través de la frontera hacia Perú.