Publicado: 07.08.2018
El 2 de agosto partimos por la mañana de Washington hacia Filadelfia, Pennsylvania, en un autobús Greyhound. El viaje en autobús duró 3 horas con una parada en Baltimore. Todos los asientos estaban ocupados y cada uno de nosotros tuvo que lidiar con un vecino diferente, pero al menos nos permitió volver a contactar con los locales.
En Filadelfia, continuamos con un Uber (que, por cierto, es un sistema absolutamente genial que definitivamente debería ser más popular en Alemania) hacia nuestro nuevo alojamiento.
Esta vez vivimos en 2 habitaciones privadas con una familia de 6 miembros. A nuestra llegada, solo estaba el padre de la familia, quien resultó ser muy amable y servicial. Además, las 2 habitaciones y el baño eran comparados con el albergue en Washington un oasis de relajación y descanso:
No había compañeros de habitación extraños, edredones de verdad y suficiente espacio para sacar las mochilas o extendernos un poco. Así que, como dije: ¡puro lujo!
El día de nuestra llegada, más allá de hacer compras y finalmente cocinar algo saludable, no había mucho más en la agenda, así que dormimos toda la primera noche 11 horas.
Pasamos los siguientes dos días haciendo turismo, lo cual fue muy relajado, ya que la ciudad no está tan sobrecargada de atracciones en comparación con Washington.
No obstante, por supuesto, visitamos el Independence Hall (donde se firmó la Declaración de Independencia y es, por lo tanto, el lugar de nacimiento de los Estados Unidos), la Liberty Bell, entre otras cosas.
Particularmente nos impresionó el Reading Terminal Market, donde había una infinidad de opciones de comida y otras pequeñas cosas a la venta.
La enorme variedad nos atrajo, así como a otras innumerables personas, y tuvimos que serpentear por los pasillos del mercado para no perdernos ningún puesto.
Por supuesto, no podía faltar el típico Philadelphia Cheese Steak, así que lo degustamos en los supuestos creadores (Pat’s King of Steaks) (al menos los amantes de la carne entre nosotros). Y hay que decirlo: las papas fritas son caras, pero el steak está bastante delicioso.
El 5 de agosto, partimos por la mañana hacia Nueva York, la ciudad que, a diferencia de nosotros, nunca duerme ;-).
Todos estábamos muy emocionados por la estancia allí, sin embargo, debemos admitir que también nos hubiera gustado quedarnos más tiempo con la familia, ya que los padres, los 4 niños y el perro Ginger se han ganado muy bien nuestros corazones.
Cada uno de nosotros podría imaginarse un año como AuPair con ellos...
Hasta pronto..