Publicado: 21.07.2016
Hoy, después del desayuno, comenzamos con la gimnasia matutina... a algunos les gustó más que a otros. Nos dimos cuenta de que no somos tan flexibles como pensábamos. (podíamos reconocerlo porque algunas damas mayores lo hacían mejor que nosotros).
Quien pensó que el programa deportivo había terminado después, se llevó una sorpresa.
Pues ahora comenzó el intenso entrenamiento de fuerza. Tareas diversas:
1. Hundir un vehículo en un barro de un metro de profundidad para luego volver a sacarlo con fuerza muscular.
2. Hundir nuevamente el vehículo en el barro de un metro de profundidad para volver a empujarlo hacia afuera.
Como recompensa, todos pudimos ir en el autobús a comprar.
Finalmente llegó el momento de gastar nuestro dinero.
Fue tan agotador que tuvimos que refrescarnos.
Con 30° a la sombra, refrescarnos bajo el grifo nos sentó bien, porque siempre que se necesita el Mar del Norte, no está presente.
(Maldición... marea baja y alta)
Después de la refrescada saltamos como jóvenes elfas sobre el prado y el Sr. Klein capturó esos momentos de forma espontánea.
Luego, parte del grupo se descansó, otros jugaron un poco juntos y otros más nos cocinaron un menú de 5 tiempos.
Las deliciosas viandas de la cocina nos atrajeron a la mesa y devoramos TODO!... nos dimos cuenta de que incluso nuestros estómagos tienen límites.
Sabiendo que una tormenta se aproximaba, comenzamos a desatar nuestras tiendas y también a levantar y bajar de nuevo, para que el rayo no nos llevara.
En el posterior partido de fútbol, varios de nosotros iniciamos una conversación con las chicas vecinas.....
...después de eso, una ronda de duchas.
Después de la charla reflexiva diaria, trueno y relámpago en la tienda.
En la noche, una pandilla de ruidos pasó y perturbó nuestra tranquilidad nocturna... El Sr. Klein habló de la situación con una conversación pedagógica empática.
Entonces finalmente pudimos seguir durmiendo....