Publicado: 11.06.2017
El viaje fue un poco estresante. Per terminó su siesta matutina mucho antes de lo planeado y nos dejó bastante claro que en ese momento no tenía ganas de ir en la casa rodante. Lamentablemente, tuvo que aguantar eso, al igual que nuestros oídos, puhhuuu. Pero afortunadamente, lo logramos relativamente rápido y encontramos un excelente lugar en un camping bastante vacío. Todo el camping está bajo un techo de pinos, y una suave brisa agradable siempre sopla desde el Atlántico.
Aquí hemos pasado las mañanas ya sea caminando o echándonos una segunda siesta. El primer día queríamos hacer un pequeño recorrido en bicicleta por la tarde, pero como nos perdimos un desvío, terminó siendo un poco más largo. Sin embargo, encontramos el camino de nuevo y terminamos en una playa enorme y hermosa, que tuvimos que compartir con otras dos personas. Afortunadamente, había una pequeña cabaña en la playa, así que pudimos sentarnos a la sombra y disfrutar de nuestra merienda de tarde. Como no teníamos ropa de baño, solo mojamos nuestros pies en el agua, lo cual ya fue un gran alivio. Ayer y hoy, hemos ido directamente a la playa por la tarde, a 5 minutos a pie de la casa rodante. Allí hemos pasado el tiempo bañándonos, durmiendo y descansando.
Nuestro pequeño monstruo de sandía suele estar bastante cansado al final del día y ya casi se ha convertido en un dormilón, durmiendo hasta las 8:30 el sábado. Y tampoco se despierta antes de las 7. Nos gusta mucho eso.
Las noches las hemos disfrutado tranquilamente aquí. Jelto a veces se ha tumbado en la cama un poco mareado tras una botella de vino tinto. Y yo, por mi parte, solo he tomado una Orangina.
Mañana habrá otro día de playa y el martes tal vez continuemos nuestro viaje.