Publicado: 04.03.2022
A las 5:30 de la mañana tomamos un autobús de Quepos a Puntarenas, desde allí un ferry a Paquera, luego otro autobús a Montezuma y los últimos 7 km de camino de grava los hicimos en una pequeña furgoneta hasta Cabuya. Y ahí estábamos en Cabuya, un lugar muy pequeño que constaba de cuatro calles de grava que se cruzaban en el medio. Muchos perros, mucho polvo, pero muy tranquilo y casi directamente junto al mar. Nuestro alojamiento estaba construido como una pequeña cabaña y estaba situado justo al lado de la selva. Por la mañana, te despertaba el ladrido de los perros o el grito de los monos aulladores.
¡Un lugar para sentirse bien, donde pasamos tres días!