Publicado: 25.01.2017
Después de que nuestro primer intento de observar estrellas en San Pedro de Atacama fracasara por el mal tiempo, hicimos un segundo intento tras una parada en Iquique. Primero tuvimos que esperar a que pasara la luna llena, ya que de lo contrario no se ve nada. Cuando finalmente pasaron algunos días, la mala suerte climática volvió a alcanzarnos. En esta región, normalmente prácticamente no llueve, pero de hecho habíamos logrado pasar varios días lluviosos aquí. Decidimos continuar nuestro viaje a Salta, Argentina, sin visitar el observatorio como estaba planeado. Pero aquí también, Pedro nos jugó una mala pasada. Debido a las numerosas precipitaciones, el paso estaba cerrado y no había alternativa. No nos quedaba otra opción que cambiar nuestra ruta. Buscamos algunos lugares de interés en la costa chilena y nos pusimos en marcha.
La primera parada fue Caldera/Bahía Inglesa: nos sorprendió cuántas hermosas playas tiene esta zona. Desde la playa de arena en calma en una gran bahía hasta la playa rocosa y agitada, había de todo. Alquilamos un auto y conducimos por la costa para descubrir algunas playas alejadas.
Luego fuimos a La Serena, una hermosa ciudad de estilo colonial. El primer día nos unimos a cientos de chilenos que estaban pasando sus vacaciones de verano en la playa. Por la noche, gracias a un festival, siempre había algo sucediendo. No muy lejos, hay un parque nacional donde pudimos observar pingüinos de Humboldt, leones marinos y un gran grupo de pequeñas ballenas parecidas a delfines. Con un poco más de suerte, incluso podríamos haber visto ballenas azules o jorobadas, pero desafortunadamente no se dejaron ver ese día.
Descubrimos que muy cerca se encuentra el Valle del Elqui, que también ofrece excelentes condiciones para la observación de estrellas, además de hermosos paisajes y viñedos. Como ya no había albergues asequibles disponibles, aprovechamos la oferta del observatorio estelar para acampar en su propiedad. Compramos una tienda, sacos de dormir y colchonetas y nos instalamos. En la primera noche había demasiadas nubes y tuvimos que posponer la excursión nuevamente. Pero al día siguiente, la suerte estuvo de nuestro lado y la excursión se llevó a cabo. Observamos varios restos estelares que a simple vista son apenas reconocibles. Sin embargo, a través del telescopio, de repente aparecieron cientos de estrellas. Incluso pudimos ver a Júpiter y cuatro de sus lunas. Todo se complementó con una copa de vino de la región.