Publicado: 07.02.2017
Después del Valle del Elqui, regresamos una vez más a la playa, donde instalamos nuestra tienda de campaña por una noche en un pequeño campamento. A la mañana siguiente, decidimos hacer autostop hacia Valparaíso. Pero aún no habíamos terminado de escribir nuestro cartel de cartón cuando otro huésped del camping nos abordó. Quería ir a Valparaíso esa misma tarde con su pequeño furgón y nos ofreció llevarnos. Al final, incluso nos invitó a una parrillada en casa de una amiga suya, donde también pudimos pasar la noche y desayunar. Al día siguiente, incluso nos llevó al centro de Valparaíso. Eso fue, sin duda, la versión de lujo de hacer autostop ;)
Los siguientes días nos sumergimos en el bullicioso ambiente de la ciudad portuaria de Valparaíso. La ciudad solía ser un importante centro comercial, ya que muchos barcos hacían una parada aquí en su ruta desde Europa hacia la costa oeste de América del Norte. Por lo tanto, está caracterizada por una arquitectura europea de todo tipo. Sin embargo, desde la apertura del Canal de Panamá, el comercio ha caído y se nota que la ciudad ha dejado atrás sus mejores días. No obstante, sobre todo los innumerables murales que se encuentran en cada esquina de la ciudad le dan un encanto muy especial. La diferencia no podría ser mayor cuando hicimos una excursión a Viña del Mar, a 30 minutos de distancia, un día. La ciudad ordenada, limpia y organizada es el completo opuesto del caótico, algo deteriorado y sucio Valparaíso.
Estábamos muy emocionados por la visita a Jeanette en Santiago de Chile, a quien conocimos al principio de nuestro viaje en Huaraz. Nos alojamos con ella y beneficiamos de sus consejos y recomendaciones sobre qué podíamos ver en la ciudad. Así que subimos al Cerro San Cristóbal, desde donde se tiene una maravillosa vista panorámica de la ciudad. También paseamos por la ciudad, comimos platos típicos chilenos y visitamos una exposición gratuita de Picasso. En un tour por la ciudad, fuimos a varios mercados y visitamos el enorme cementerio, por el que la gente pasea en coches o bicicletas, se reúne para citas o deja deseos especiales en las tumbas, de las que creen que los difuntos, aunque desconocidos, poseen ciertas fuerzas para cumplir los deseos. Estuvimos solo tres días en esta enorme ciudad, pero aun así descubrimos algunos rincones hermosos. Al mismo tiempo, también conocimos el oscuro pasado de Chile, que sufrió bajo una terrible dictadura en los años 70 y 80. Nos dimos cuenta de que, a diferencia de Bolivia o Perú, Chile ha trabajado en su historia y ha aprendido de ella, en lugar de sólo lamentar los buenos viejos tiempos.