Publicado: 12.08.2019
Llegada a Warnemünde, nuestra estación final. La Poesia volverá a recoger nuevos pasajeros y navegará durante una semana por la ruta de Noruega; tengo un poco de envidia, pero también estoy bastante contento de volver a casa.
Tuvimos una última noche agradable, todo muy tranquilo nuevamente.
Así que, maletas empacadas y una última vez en el Fontane para la cena de los condenados. Mientras tanto, llegamos a Warnemünde (aprox. 7 a.m.).
Decidimos optar por el método blanco, es decir, arrojar las maletas por nuestra cuenta desde el barco.
Se supone que debe ser muy sencillo, pegando las etiquetas en la Cruise-Card, las maletas y la chaqueta, y listos.
Y efectivamente funcionó. Con las maletas bajamos al cuarto piso, esperamos un poco, luego mostramos la Cruise-Card por última vez para escanear, un último buen día y adiós, y nos retiramos del barco. Pasamos por el área de equipajes y volvíamos a estar en la calle.
Aproximadamente 3 horas después (nos entretuvimos un rato en la panadería Lila y en el andén, y luego el tiempo pasó) el ICE partió hacia Berlín y nosotros con él. Con algo de esfuerzo, conseguimos 2 asientos, ya que el tren estaba totalmente lleno y tuvimos que abandonar nuestros asientos 2 veces porque estaban reservados. Pero en el caso de las cosas buenas, a menudo son tres. En Rostock, un poco de sudor por la ansiedad, pero nadie nos acosó. Así que la próxima vez necesitamos reservar asientos. En Berlín, de abajo hacia arriba y luego hacia la estación central de Potsdam. Allí se separaron nuestros caminos. Sabine tomó otro tren hacia Marquardt, y yo tomé el tranvía a casa. Poco después de las 3 de la tarde, ambos llegamos a casa.
Por cierto, menciono que la escalera mecánica en la estación principal de Potsdam estaba rota, pero un amable joven me cargó la maleta - abajo: 'No es tan pesada' y arriba: 'Sí pesa algo.' Sí, lo sé, por eso le estuve muy agradecido.
Nuestra conclusión: Tallin fue la ciudad más hermosa. En San Petersburgo fue el lugar más frío, en Copenhague el más cálido. El mar Báltico mostró su agradable lado durante esta semana, siempre hermoso y tranquilo. Yo tampoco me mareé en el mar.
En el barco, en general, todo estaba bien organizado. El servicio en los bares fue algo lento. Sin embargo, el personal fue siempre muy amable y amistoso. Se ganaron con creces los 10 euros por día de propina.
Eso fue todo. Les agradezco por su interés y sus opiniones. Un agradecimiento especial a Christian por el apoyo con las fotos de navegación. Eso aligera las cosas, y por supuesto también utilicé con gusto las fotos de las rutas de Sabine. Y sí, haríamos otro crucero, la segunda parte de la ruta todavía me atrae muchísimo.