Publicado: 20.09.2018
Hoy es el último día de nuestra peregrinación y promete ser otro día hermoso y soleado. Esta mañana comenzamos con café en la cama (ahora estamos de vacaciones y tenemos todo el tiempo del mundo 😌) y repasamos el camino, dándonos cuenta de la suerte que tuvimos con el clima en comparación con el año pasado. Nunca usamos nuestras chaquetas de lluvia. Después de unos días, se fueron al fondo de la mochila, al igual que todo lo demás que no necesitábamos diariamente. Si lo hubiéramos sabido, podríamos haber dejado la mitad del equipaje en casa. Tuvimos tantas impresiones maravillosas, personas amables y peculiares, alojamientos variados, lugares bellos y feos, mucha pobreza y una gran cantidad de naturaleza. Tuvimos mucho tiempo para reflexionar sobre cosas importantes y menos importantes y pusimos a prueba nuestro cuerpo. En general, nuestro camino fue perfecto. Uno se vuelve consciente de lo bien que vive, de cuán felices podemos ser de haber nacido en la sociedad en la que vivimos, con todas las comodidades y la red social y médica. No es algo que se deba dar por sentado, aunque lo asumimos como tal. Muchas personas aquí son muy pobres, viven en casas que en nuestra sociedad serían consideradas a punto de derribarse, y por el camino uno también se da cuenta de cuánto se puede arreglar con tan poco y aún así tener todo lo que necesita.