Publicado: 30.07.2019
Después de seis semanas en Guatemala, era hora de un cambio de aires :) Con el shuttle crucé la frontera hacia Belice, Ciudad de Belice y luego tomé un barco a Caye Caulker. Casi había eliminado Belice de mi lista. Pero descubrí que la ruta hacia México me llevaba sí o sí a través del país y, si ya iba a tener que pagar la tarifa de salida de Belice, quería al menos ver un poco del país.
Entonces decidí pasar tres noches y dos días en la isla caribeña Caye Caulker. Un destino que seguramente todo mochilero visita al ir a Belice (al menos los que he conocido). Es una de las islas más económicas, desde donde se pueden realizar excelentes excursiones de snorkel y buceo, entre otras, al segundo arrecife de coral más grande del mundo. Durante el viaje volví a conocer gente agradable. Entre ellas, dos británicas que, como resultó, tenían la misma ruta hacia México que yo. Finalmente, también terminamos en el mismo hostal.
La isla no es muy grande y no tiene playa propiamente dicha. En un extremo de la isla hay un restaurante o un bar con un muelle que da al agua, desde donde se puede entrar bien al mar. El agua es muy clara. Se pueden ver estrellas de mar y algunos peces. No había demasiada actividad en la isla, ya que todavía era temporada baja. Me resultó algo extraño que de repente todos a mi alrededor volvieran a hablar inglés. Solo algunos también hablaban español y criollo, el idioma propio de los habitantes de Belice. Suena un poco como una mezcla salvaje de inglés con un fuerte acento caribeño y español.
Así que en mi primer día exploré la isla y reservé, junto con Maegan y Gabi, las británicas, un tour de snorkel. Al día siguiente por la tarde partimos para una excursión de tres horas en el mar. Primero fuimos a un lugar donde se pueden ver tiburones nodriza y rayas. Y apenas nuestro capitán lanzó el ancla, algunos de los tiburones nadaron hacia nosotros, ya que están acostumbrados a ser alimentados desde los barcos. Sin embargo, nosotros, o más bien nuestro guía, no lo hizo. Así que rápidamente nos zambullimos en el agua y pudimos observar a los animales de cerca. Pero, sobre todo, me fascinó la elegancia de las rayas que vinieron nadando curiosas. Se mueven de manera tan grácil por el agua...
Después de un rato, los tiburones notaron que no íbamos a alimentarlos y se fueron, así que nos dirigimos al parque nacional en sí. Para hacer snorkel allí, es necesario estar con un guía certificado. El arrecife ha sido protegido por un tiempo y, por lo tanto, está muy bien conservado. Se pueden ver corales coloridos y diversas especies de peces. En un lugar hay una gran cantidad de ellos y por eso se le llama 'el acuario'. Para rematar la experiencia, vimos, para nuestra sorpresa y la de nuestro guía, ¡una manatí! Este gentil gigante estuvo amenazado de extinción hasta hace pocos años y todavía es raro verlo por la zona.
Por la noche disfrutamos de una última puesta de sol en la isla y a la mañana siguiente tomamos el ferry a Ciudad de Belice para desde allí continuar en autobús hacia la frontera con México.