Publicado: 08.01.2018
Los días en Alemania me han sentado muy bien y así pude comenzar mi nueva aventura con más fuerza. La despedida de Bella fue muy dura y también los primeros días fueron difíciles. Cuando viajas juntos durante 223 días y de repente te quedas solo, primero debes adaptarte.
Tomé un vuelo de Frankfurt a través de Sao Paulo (Brasil) hacia Santiago de Chile. Allí reservé un albergue para las primeras 2 noches. Había mucha gente, pero nadie hablaba inglés, todos solo hablaban español, que aún no hablo. No fue fácil hacer conexiones allí, así que decidí mudarme a otro albergue para la víspera de Año Nuevo. Reservé un albergue que estaba más céntrico y me fui allí el 31 de diciembre. Al llegar, la amable chica en la recepción me dijo que no había ninguna reserva a mi nombre... ¡Maldita sea... ¿por qué no!? Revisé mi reserva y vi el error. No reservé del 31 de diciembre al 2 de enero, sino del 31 de enero al 2 de febrero. Me dijo que tenía que verificar si podía quedarme. Sí, podía. Ella me mostró mi habitación. Había 8 camas, pero además de mí no había nadie allí. Resulta que no aceptaban reservas en línea para la víspera de Año Nuevo, así que éramos solo 6 personas. Steffi de Austria, Eduardo de Brasil, Kamilo de El Salvador y una pareja de Chile que trabaja y vive en el albergue. Kamilo cocinó pollo para todos, que estaba delicioso. Rara vez he tenido un pollo tan sabroso. Había ensaladas y, por supuesto, cerveza ;) Justo antes de la medianoche salimos. En la torre Entel había un gran espectáculo de fuegos artificiales que vimos.
En los días siguientes, exploré la ciudad. Santiago es enorme, personalmente me gusta mucho la ciudad. Hay muchos parques y en todas partes hay árboles, todo es verde y las casas son coloridas. En el centro hay una gran montaña desde donde se puede ver toda la ciudad. He estado arriba tres veces en total. Puedes subir en teleférico o simplemente caminar. Por supuesto, siempre caminé. Se puede ver el edificio más alto de Sudamérica y al fondo están los poderosos Andes. Increíble.
Por la noche, casi siempre nos sentábamos juntos en el albergue, tomábamos unas cervezas y hablábamos de todo. Siempre había diferentes personas y siempre había algo que contar. Aunque había un pequeño grupo habitual. Este estaba formado por Motti (Israel), Eduardo (Brasil), Jim (Suiza) y yo. Steffi siempre se iba a la cama temprano porque tenía que ir a su clase de español por la mañana.
Realmente fue un tiempo agradable en Santiago y creo que ahora también he llegado y estoy listo para Sudamérica.