Publicado: 08.10.2017
En la madrugada nos recogieron en nuestro campamento y nos llevaron al puerto en Hervey Bay. Luego, nos subimos a la ferry hacia la Isla Fraser, la mayor banca de arena del mundo. Allí no hay carreteras ni caminos de tierra, solo caminos de arena y pistas de playa. Con un camión 4x4 modificado, exploramos la isla. Nos sacudieron fuertemente en los caminos de arena. Anna estaba firmemente sujeta en su silla de niños y no podía contener la risa. El vaivén le hacía mucha gracia.
La primera parada fue el Lago Mc Kinsey con sus aguas cristalinas y arena blanca como la nieve, simplemente invitante para nadar. Después de un reabastecimiento, condujimos a lo largo de la playa con nuestro camioneta. La playa aquí sirve como carretera y como pista de despegue y aterrizaje para pequeños aviones.
El camión se detuvo y, sin pensarlo mucho, hicimos un vuelo sobre la Isla Fraser. Una experiencia MEGA, no solo viendo la isla desde arriba, sino que también logramos avistar ballenas con un ballenato.
Los puntos destacados Indian Head, Champagne Pools, Shipwreck y un río de agua dulce mostraron lo impresionante que es la isla de arena.
Acción pura, sin caminos ni civilización, incluso pudimos ver un dingo por la noche en la playa.
Nuestro guía nos llevó por la noche a un pequeño resort en la isla. Al día siguiente, la actividad era una caminata en la selva lluviosa. Hacía calor y era húmedo, pero aún así era hermoso.
En la tarde, estaba programada otra caminata hacia el Lago Wabby, que Ralf hizo solo. Anna había participado bien en la primera caminata, pero no podíamos exigirle una segunda caminata con ese calor en la mochila para bebés. El guía fue tan amable de dejarnos en la playa para nadar.
La Isla Fraser ha sido hasta ahora uno de los momentos culminantes de todos nuestros viajes.