Publicado: 08.12.2016
Después de la 'semana de lujo' en el campamento de surf, volvimos a nuestro amado camper.
Después de algunas semanas de abstinencia, era el momento de descontrolarse de nuevo. Así que fuimos al famoso lugar de fiesta Byron Bay, donde casualmente miles de estudiantes australianos estaban celebrando su graduación.
Bien provistos con el vino de caja conocido como Goon, nos lanzamos a la pista. En el club Cheecky Monkeys, donde el DJ acertó con nuestro gusto musical tanto como el de Larry en Sídney, nos encontramos por casualidad con dos chicos que conocimos una noche en Sídney. Cómo es de pequeña la vida.
Después de dos noches más de fiesta, era hora de seguir adelante. Así que nos dirigimos a la siguiente gran ciudad, llamada Gold Coast.
Sin embargo, allí, con la cama montada, un guardaparques nos atrapó y por supuesto nos echó, así que pasamos la noche en una área de descanso de la autopista.
Por la mañana siguiente, seguimos hacia Brisbane, el primer toque de civilización, después de semanas de viaje a través de provincias. Allí visitamos a nuestros antiguos compañeros de escuela Pina y Rahel. Pero como Brisbane, al igual que cualquier ciudad, quiere sacar provecho de los pobres mochileros, tampoco pudimos estacionar gratis y seguimos al norte hacia la siguiente área de descanso de la autopista. Allí, por fin nos dimos una ducha, tras mucho tiempo, aunque por falta de alternativas, solo bajo un grifo, así es la vida de mochilero.
Finalmente, se nos ocurrió la grandiosa idea de comprar una manguera que se puede conectar a los grifos. De esta forma, aseguramos un olor corporal aceptable para los próximos días, al menos hasta que necesitemos lavar la ropa nuevamente.
Después de que nos lancemos a la vida nocturna de Brisbane mañana, continuaremos hacia Faser Island, donde nos volveremos a comunicarnos.
Ciao Ciao