Publicado: 23.03.2024
Puuuh, admito que escribo esto aquí 3 semanas más tarde, ya que el viaje a Japón no me dio tiempo para escribir. Todo comenzó directamente con la llegada a Osaka en el aeropuerto. Un aeropuerto completamente loco ubicado en una pequeña isla, lo que hizo que al aterrizar voláramos tan cerca del mar que casi se pueden ver los peces... sí, sí.
A diferencia de Corea, donde todo parecía muy negro, gris y uniforme, el área de llegadas de inmigración era toda una sorpresa. Primero pasamos al primer punto para hacer fotos y huellas dactilares, supervisado por mujeres mayores sonriendo en batas de laboratorio blancas. Luego, los normalmente gruñones oficiales de inmigración, que aquí se destacaban en sus cajas de color rosa pastel y con un amistoso