Publicado: 24.05.2019
Inglaterra se reconoce de inmediato. Los grandes, verdes y bien cuidados campos de césped sólo existen aquí, los niños en sus uniformes escolares también son típicos de la isla, y la particular cortesía de los británicos, que parece ser propia de aquí, también nos indica sin necesidad de Google Maps en qué parte del mundo nos encontramos. Pero esa es solo una cara de la moneda. Gran Bretaña enfrenta muchos grandes problemas, de los cuales también se es consciente como turista. Aquí está lo que nuestros políticos profetizan para el futuro de Alemania, que ya ha existido durante décadas. Una sociedad sin clase media, una vida marcada por el crecimiento en círculos elitistas con la perspectiva de educación y prosperidad, o una existencia en la pobreza y sin perspectivas, con el peligro constante de caer en círculos criminales o de sobrellevar la vida con alcohol y drogas. Las personas cuyas esperanzas no se han cumplido, dedican toda su energía a la siguiente y futura generación, para ayudar a su progreso, sin darse cuenta de que siempre transmiten solo su propia desesperanza. Romper esta espiral descendente es prácticamente imposible para el individuo, especialmente en vista de la espiral ascendente que también existe y que se eleva de generación en generación a dimensiones más altas, volviéndose aparentemente inalcanzable. Esto no tiene nada que ver con la justicia, pero quien no se pregunta en este punto si el principio de la vida encuentra su máxima realización en un mundo justo, también está a años luz de los debates filosóficos de todos los tiempos. ¿No es la dualidad del mundo lo que nos permite percibir primero la injusticia y su hermana gemela? ¿No se podría decir en este punto también: todo está bien como está? ¡De alguna manera, no!
Pero, ¿no son mis pensamientos solo la cúspide de mi vida hasta ahora y el fundamento de todos mis pensamientos futuros? ¿Qué hay de eso que debería ser universal y transferable? Por supuesto que estoy a favor de la justicia, pero esta surge a través de la comparación y la valoración según estándares que establezco, porque son productos de mi pasado y no porque sean universales y absolutas. Pero, ¿qué me molesta y por qué? ¿Que algunas personas tengan más que otras? ¿Cómo puedo saber eso realmente, he visto sus estados de cuenta o mi “iceberg del pasado” con su sesgo socialista y mi pasado que condena al capitalismo está generando en mí una imagen de injusticia que quizás ni siquiera exista? El peso del pasado nos quita el futuro. “Conviértanse en como los niños”, dijo Jesús hace 2000 años a la gente. Los niños pequeños no juzgan y reconocen en sí mismos y en su entorno todo el potencial que debe existir lógicamente. Ayer, Jonathan me preguntó si pronto volaríamos a la luna; para él, esta posibilidad existe tanto como el viaje en tren a la casa de la abuela, solo que para mí, debido a mi pasado, lamentablemente esa posibilidad ya no existe. Ohhh, ¡me he desviado!