Foilsithe: 23.06.2017
Desde Antigua, un Chicken Bus nos lleva al Lago Atitlán, un hermoso lago rodeado de volcanes y montañas. Elegimos el pueblito de San Juan La Laguna, al que llegamos desde la ciudad de Panajachel en uno de los muchos taxis acuáticos. Viajar en barco es más rápido, económico y agradable que por los bumpy caminos de grava que rodean el lago. Al llegar al hostal, nos enteramos de que es la semana de la fiesta del pueblo en honor al patrón San Juan, y que habrá muchas actividades culturales a diario, la mayoría de la cultura maya. El único hostal en el pueblo no es nada excepcional, pero tiene un hermoso jardín. Además, el clima aquí es más fresco que en otras partes del país, por lo que estamos muy agradecidos 😊
El primer día disfrutamos de una procesión y varios bailes mayas realizados por estudiantes del pueblo. Hay danza de la cosecha, danza del sanador de huesos, danza de las direcciones del cielo, etc. Todos estos bailes están acompañados de música en vivo con tambores, flauta y la muy apreciada marimba. La lengua materna de los habitantes del pueblo es tzutujil, que se conserva muy bien y se habla como primera lengua por todos. Los niños aprenden español en la escuela, por lo que hoy en día muchos lo hablan bastante bien. Todas las mujeres llevan sus hermosos trajes típicos y también algunos hombres se han puesto su traje para la fiesta del pueblo. San Juan, por cierto, es un lugar artístico, se pueden ver pinturas en las paredes de las casas y hay varias galerías. Muchas de las mujeres aún se dedican a la tradicional tejido, creando verdaderas piezas maestras con algodón teñido naturalmente. A pesar de la bien conservada cultura y lengua, la gente es muy católica y asiste activamente a la iglesia. Sin embargo, también hay elementos mayas presentes allí.
Es difícil de creer lo amables que son las personas aquí. Son agradables y abiertas. Nos sentimos muy bienvenidos y realmente integrados en la comunidad del pueblo. En la calle, casi todos te saludan efusivamente con una sonrisa y con algunos de ellos entablamos conversación. Aquí no te tratan como un cartera con dos piernas, sino simplemente como una persona normal. Después de Flores y Antigua, que son ambas ciudades turísticas, esto es un gran alivio.
Al día siguiente es el gran desfile del pueblo. Principalmente los niños, pero también adultos, bailan y hacen música en las calles del pueblo. Cada noche hay conciertos, tanto de música de marimba como de otra música latinoamericana, y una noche incluso un concierto de rock de una banda conocida aquí. Nos parece interesante que no se baile realmente ni se consuma alcohol o cigarrillos. No vemos ni a una persona con una botella de cerveza o algo similar. En el pueblo tampoco vemos un bar... parece estar muy mal visto. Pero no puede faltar un interminable espectáculo de fuegos artificiales y petardos ruidosos que nos asustan cada vez y nos dejan medio sordos 😂
También conocemos el pueblo algo más grande de San Pedro. Se puede caminar o tomar uno de los muchos tuk-tuks. También es bastante bonito, pero menos auténtico, ya que es más turístico. Preferimos San Juan, ¡aunque en San Pedro hemos comido los mejores tacos hasta ahora! Santa Cruz también es un lugar tranquilo y tradicional junto al lago; no hay caminos hacia allí, solo se puede llegar en barco, probablemente porque está inmerso en las montañas verdes. Allí comemos Pepián, una comida tradicional guatemalteca con una salsa hecha de semillas de calabaza molidas y sésamo molido 😍
Desde San Juan se tiene una vista directa de una montaña que se asemeja a un rostro, más precisamente a un rostro maya. Se puede subir por campos de maíz y algunos de café y desde el punto más alto, que es la nariz, admirar la vista del lago y los volcanes circundantes. Por supuesto lo hicimos y además éramos un desayuno bienvenido para cientos de mosquitos 😩
La ciudad más importante de la zona es Sololá, donde hay mercado los viernes. Con diferencia, el mercado más interesante que hemos visto hasta ahora. Originalmente queríamos ir al mercado de Chichicastenango, donde se dice que hay el mercado más grande de Centroamérica. Como nos dijeron que el mercado había perdido su carácter original y se había convertido en una atracción turística, decidimos no ir. Sololá es auténtico y no hay turistas. Un bullicio, empujones y gritos por los estrechos caminos llenos de colores e impresiones. Desde las aldeas circundantes, la gente viene al pueblo a vender y comprar, y cada aldea tiene su propia vestimenta. Aquí, muchos hombres también usan su traje tradicional (camisa, pantalones, cinturón, sombrero) en la vida diaria, que no tiene nada que envidiar a la belleza y esplendor de las mujeres. Es brutal la manera en que se tratan a los animales, especialmente a las gallinas. No se les da un trato distinto que a un trozo de pan u otra mercancía. Metidos en cestas, llevados en la espalda de la gente, transportados en o sobre autobuses (de ahí el nombre Chickenbus). La única parte positiva de esto es que es visible públicamente, todos saben lo que están comprando (pero a la gente aquí no le parece que sea incorrecto, sino simplemente normal). El maltrato no se realiza a puertas cerradas como en Europa, por ejemplo. Sololá tiene, además del mercado, un cementerio típicamente guatemalteco. Y como debería ser, son coloridos. Guatemala no es solo colorida en vida 😊
¿Y qué más? Ah, una mañana nos despertó un terremoto. Para los habitantes del pueblo no es relevante, para nosotros fue casi un temblor moderado 😂, pero no pasó nada más y después de medio minuto se terminó.
El pueblo tiene un verdadero problema con los perros callejeros, y Guatemala en general. Están por todas partes, algunos están bien, otros en muy mal estado. Hemos alimentado a algunos y 'salvado' temporalmente a un cachorro callejero, casi famélico y enfermo; lo sacamos de la calle, lo llevamos al veterinario y organizamos que se le cuide en el hostal. Al menos un perro que será atendido por ahora.
La amabilidad de los mayas nos ha tocado el corazón y extrañaré a San Juan. Nos sentimos muy cómodos aquí, nos hubiera gustado quedarnos más tiempo y puedo imaginarme regresar aquí y quedarme por un tiempo para conocer mejor a estas maravillosas personas, su cultura y la hermosa región, además de cuidar a algunos más perros 😍. En este momento, nuestro viaje continúa hacia Honduras!
Desde Antigua llegamos al Lago Atitlán, un lago precioso rodeado de volcanes. La ciudad donde vamos a pasar estos días se llama San Juan la Laguna, de unos 10000 habitantes. Para llegar allí nos bajamos del bus en Panajachel, y de allí cogemos una lancha media hora hasta nuestro destino. A la llegada al hostal donde nos alojamos nos informan que durante los próximos días se celebrarán las fiestas del patrón San Juan Bautista, y que habrá muchos actos culturales, muchos de ellos mayas. El hostal no es nada del otro mundo, pero tiene un jardín precioso. Aquí el clima es mucho más suave que en otros lugares más calurosos del país, lo cual agradecemos mucho.
El primer día asistimos a unos bailes regionales de origen maya que realizan los estudiantes del pueblo. Entre ellos está el baile del sanador de huesos, el de la naturaleza o el de la cosecha. Aquí todo el mundo habla la lengua tzutujil, incluso los más jóvenes, y el español solo lo aprenden en la escuela. Las mujeres, sea cual sea su edad, llevan su traje regional de vistosos colores. La gente del pueblo en general es de lo más amable y educada que he visto, y siempre te saludan con una sonrisa.
Al día siguiente visitamos el pueblo San Pedro, el más turístico del lago. Es bonito, pero menos auténtico, ya que hay muchos turistas y comercios occidentales, así como muchísimas escuelas para aprender español. Realmente, nos gusta más San Juan, pero encontramos un sitio donde nos sirven los tacos más buenos que hemos comido hasta ahora. También visitamos el pueblo de Santa Cruz, más pequeñito que San Juan y rodeado por un bosque montañoso de un verde impresionante.
El segundo día de fiestas asistimos al gran desfile, donde cada escuela del pueblo y alrededores hacen bailes y música. También participan pasacalles disfrazados de mexicanos o conquistadores. Por la noche hay conciertos de marimba y música latina. Nos llama la atención que la gente de aquí no es muy de bailar, y tampoco se ve a nadie bebiendo nada de alcohol, ni tan siquiera una cerveza o un cigarrillo. Eso sí, fuegos artificiales y petardos que te dejan medio sordo, que no falten.
También nos da tiempo a visitar el mercado de Sololá, la ciudad más importante de la comarca. Teníamos pensado ir a Chichicastenango, cuyo mercado es muy conocido por ser el más grande de Centroamérica, pero parece ser que se ha convertido en una atracción turística más y nos apetecía algo más auténtico, y vaya que si lo conseguimos. El mercado de Sololá es el mercado con más vida que he visto y llenísimo de gente. Aquí tanto hombres como mujeres llevan sus trajes tradicionales, portando los hombres falda corta por encima de los pantalones o a veces sin pantalones, muy singular creo y muy bonito. Por todos lados te pasa la gente, que parece tener mucha prisa y en el primer momento es algo incómodo, pero después de un rato te acostumbras :-).
Otro día hacemos excursión al monte del rostro maya, más concretamente a su nariz. Desde aquí hay unas vistas increíbles del lago, los volcanes y los pueblitos, y aunque la subida es durilla y te comen los mosquitos, merece la pena el esfuerzo.
¡Ah! Y aquí en el lago tuve mi primera experiencia de terremoto. Fue como a las 8 de la mañana, nada más despertar y desde la cama cuando empezó a temblar. No fue muy fuerte y duró 30 segundos, pero para mí, más que suficiente :-).
El lago Atitlán ha sido una experiencia maravillosa, donde hemos podido ver y conocer realmente al pueblo guatemalteco. Es uno de los lugares de los que da mucha pena marcharse. Pero nuestro viaje continúa, y la siguiente parada será ya en Honduras, más concretamente en la isla de Utila, donde tenemos pensado volver a bucear.