Foilsithe: 26.04.2018
De Atenas se vuela en solo 30 minutos a la hermosa isla volcánica de Santorini. Estoy alojado en Karterados, cerca de la capital Fira, en un acogedor pequeño hotel y visito cada día una de las muchas pintorescas localidades en autobús. Estoy especialmente fascinado por Oia, en la punta noroeste de la isla. Las casas encaladas, de un blanco deslumbrante, han sido construidas directamente en el borde del cráter del volcán, que estalló hace unos 3.600 años. Por todas partes, hay locales que invitan a quedarse con impresionantes vistas al mar, iglesias encantadoras y los típicos molinos de viento adornan el bonito pueblo de 700 habitantes. A través de angostas calles subo y bajo, aquí y allá aún están pintando las casas para la temporada (¡como cada año!). Los edificios reflejan el sol de tal manera que, al no llevar gafas de sol (nunca uso, ya que me gusta el mundo brillante), parpadeo constantemente, pero la abundancia de luz y la combinación de las casas blancas como la nieve y el cielo y mar azul brillante me dan una sensación indescriptible de libertad.
Otro punto culminante para mí es el lugar más alto de la isla, Pyrgos, a 5 km al sur de Fira. No he leído nada al respecto en ninguna guía de viajes y solo me dirijo allí porque el autobús hacia Perissa, mi destino real, pasa por el pueblo y me levanto como picado por una tarántula, maravillado por su belleza, y me bajo del autobús. Y vale la pena: soy una de las aproximadamente 5 almas que pasean por el pueblo, y este desierto añade un encanto adicional a Pyrgos. Respiro la calma y me dejo envolver nuevamente por los colores blanco y azul.
En el balneario de Perissa, que al final alcanzo, no hay mucho que ver aparte de la playa y una pequeña plaza principal. Se vuelve más emocionante unos kilómetros al oeste, en la Playa Roja de Akrotiri. Se necesitan buenos zapatos para descender a la playa, detrás de la cual se eleva un alto acantilado rojo. Hasta que llego al agua, tengo tanto calor que salto al mar por primera vez desde mi llegada a Grecia, o mejor dicho, me tropiezo, ya que las piedras de grava rojo-negro en la orilla son bastante puntiagudas.
No menos importante es la capital Fira, que veo cada día, ya que vivo cerca y todos los autobuses salen de allí hacia mis otros destinos turísticos. Fira es similar a Oia, pero un poco más concurrida a pesar de la temporada baja. Sin embargo, aquí las sorpresas son las encantadoras callejuelas, las casas blancas como la nieve y los escarpados acantilados. Un punto negativo para la ciudad es la explotación de los mulas, que, bajo el sol abrasador y sin agua, transportan turistas desde el viejo puerto hasta el centro. Algunos ya tiemblan de las piernas, otros hacen trampa como señal de protesta.
Pero, en definitiva, Santorini es una isla maravillosamente hermosa, donde se puede relajarse, pasear por pueblos de cuento y bañarse en las playas negra, blanca o roja según se prefiera. Solo si tienes los ojos sensibles, no debes olvidar el utensilio más importante entre tanta belleza radiante: ¡unas gafas de sol! :-)