Foilsithe: 05.06.2017
Son las 22:25. Frente al albergue espera nuestro mototaxi. Liberamos nuestras mochilas de varias chicharras, nos despedimos de nuestros nuevos amigos y subimos al taxi estrecho. Desde Machu Picchu han pasado casi dos semanas. Dos semanas muy relajantes.
Después de nuestra 'Inka Jungle Trail', aprovechamos el económico albergue en Cuzco y su acogedora atmósfera durante tres días más, para organizarnos y para jugar a las cartas día tras día con un grupo combinado de viajeros. Nuestro siguiente destino era Lima. Como no teníamos mucho interés en la gran ciudad y la acción, simplemente reservamos una hermosa y tranquila vivienda de AirBnB para relajarnos y trabajar durante tres noches. Luego finalmente nos dirigimos a Máncora. Anhelábamos el clima cálido, la playa y el mar. Al salir del autobús, el calor nos golpeó como un tablón. Con las mochilas a la espalda, comenzamos a buscar nuestro albergue. Caminamos por las calles sucias, un olor desagradable nos invadió, nos alejamos cada vez más del centro y los lugareños nos miraban con curiosidad. Después de un rato, finalmente encontramos nuestro albergue. Pasando por la gran puerta de colores, nos encontramos en el paraíso. El albergue se asemeja más a un complejo de playa con cuatro casas coloridas con techo de paja. Aquí queríamos quedarnos más tiempo. Rápidamente hicimos amigos. La rutina diaria siempre era la misma: desayuno, sol, mar, sol, almuerzo, sol, mar, juegos, mar, cocinar, cena, fogata, indignarse por las muchas chicharras. Era perfecto. Si uno piensa en deshacerse de los mosquitos y las chicharras, tuvimos un tiempo muy agradable aquí.
El mototaxi nos deja frente a una pequeña tienda. Aquí debemos esperar nuestro autobús a Ecuador. Aún nos quedan 20 minutos y compartimos historias con una pareja de los Estados Unidos. A las 23:00, el autobús debería llegar pronto. El tiempo pasa, estamos cansados. Lo único que nos mantiene despiertos son las chicharras que de forma intermitente saltan sobre nosotros. El autobús ya lleva 1,5 horas de retraso.
En unas horas cruzaremos la frontera hacia Ecuador y dejaremos Perú. Por eso, un pequeño vistazo atrás: Machu Picchu es sin duda el punto culminante de cada turista y definitivamente vale la pena visitar. Sin embargo, Perú tiene mucho más que ofrecer. La comida es mejor que en Bolivia, aunque no es la mejor. Además de los filetes de alpaca y los cuyes, la dieta tradicional consiste principalmente en arroz, pollo, papas y sopa de quinua. Viajar, alojarse y comer es relativamente barato. Los paisajes son asombrosamente hermosos, los pueblos son muy pobres y las ciudades son interesantes. La gente, al igual que los bolivianos, tiende a ser reservada, pero más amigable. Como siempre, tuvimos un buen tiempo y extrañaremos Perú. Nuestros puntos destacados: Máncora, un pequeño pueblo pesquero turístico con una hermosa playa y Cuzco, una gran ciudad en el centro del país con muchas ofertas turísticas, incluyendo, por supuesto, el viaje a Machu Picchu.