Publicat: 03.11.2019
Hasta el último minuto estuve empacando la mochila y pensando qué ropa llevar, por cuál tengo espacio y qué, inevitablemente, tendrá que quedarse en casa. Mi problema no era el peso, sino el espacio en la mochila. Vi varios videos en YouTube y entonces enrollé mi ropa. Por un lado, esto ahorra mucho espacio; por otro, no se me desarma todo cada vez que abro la mochila.
Como en mi viaje tendré tanto un invierno extremo como un verano caluroso, decidí muy pronto empacar primero solo la ropa de invierno. Envío la otra parte a unos amigos a los que visitaré en el camino y luego empaco de nuevo y envío la ropa de invierno de regreso a casa.
Llevo unos zapatos deportivos, botas y botas de nieve, además de algunas chanclas. Para abrigo empaqué mi chaqueta de esquí. Por lo demás, me he limitado a lo siguiente: 2 jeans, 1 pijama, 1 pantalón de chándal, 1 leggins, 3 suéteres gruesos y 3 delgados, 2 camisetas, 2 tops, 1 bikini, 2 medias. Tengo ropa interior para aproximadamente 1 semana. No pueden faltar una bufanda gruesa, gorro y guantes.
En los hostales, generalmente solo se obtienen toallas con un cargo extra, por lo que empaqué las mías: una toalla de ducha, una para el cabello y una para lavarme las manos. Por motivos de higiene, compré un saco de dormir para que la ropa de cama no esté en contacto directo con mi piel.
En mi equipaje de mano, solo empacqué todos los documentos importantes del viaje y mi laptop, por lo que al final mi mochila pesa 15 kg.