Publicat: 12.04.2017
Ayer viajamos en un tren muy especial de Ollantaytambo a Aguas Calientes, que es como el suburbio de Machu Picchu. El tren se llama Perurail y es un lujo de primer nivel en los estándares peruanos. En el tren había servicio a bordo como en un avión, con una enorme galleta de chocolate y deliciosos jugos. Todo el tren está lleno de ventanas panorámicas y recorre el hermoso paisaje, montañas y valles hasta el punto desde donde comienza el Camino Inca hacia Machu Picchu. Uno se siente un poco como si estuviera en un viaje en el Expreso de Hogwarts 🥰 Los asientos son cómodos y los compartimentos están equipados con pequeñas mesas.
Machu Picchu es una ruina, probablemente la más hermosa del mundo. Fue habitada por los incas en el siglo XV y redescubierta en 1912.
Durante el día exploramos el pequeño lugar, cenamos cómodamente por la noche y tratamos de dormir temprano. Sin embargo, estuvimos despiertos toda la noche y no pudimos cerrar los ojos. No sabemos si fue porque nuestras vacaciones se acercaban al esperado clímax o si era el ruido del río justo al lado de nuestro albergue - no lo sabemos.
Así que por la mañana nos arrastramos fuera de las camas, ya que en realidad no había posibilidad de dormir. Un desayuno rápido, y a las 6:30 de la mañana tomamos el autobús hacia arriba. Tuvimos una visita guiada de 2.5 horas por las ruinas y obtuvimos una primera impresión. Sin lugar a dudas, puedo decir que este fue mi momento destacado. Cuando uno está allí arriba, se queda sin aliento y no encuentra palabras para la impresionante belleza de este lugar. Poco hay en el mundo donde la combinación de naturaleza y cultura sea tan vívida como en Machu Picchu. La vista del sitio en la cima de la montaña a 2,400 m de altura, rodeada de densa vegetación tropical y una cadena montañosa dramática tiene algo místico, incluso misterioso. Este lugar tiene una energía especial, única. Con gran entusiasmo, mamá y yo subimos durante aproximadamente una hora hacia la Puerta del Sol (una parte del famoso Camino Inca) y disfrutamos de algunos momentos en total silencio. Tuve que contener unas lágrimas, ya que algo así no deja indiferente a mi corazón sin emociones. Después del descenso, fuimos a almorzar al pueblo y ahora estamos de regreso en el camino hacia Cusco. Desde allí volaré mañana a la capital, Lima, pasaré una noche en un hotel y el 12 de abril volaré hacia las Islas Galápagos. Allí conoceré a mi amigo de Couchsurfing, Diego, a quien le traeré una auténtica cerveza en lata peruana, como me pidió.
Perú definitivamente vale la pena visitar y creo que el tiempo con mi mamá siempre quedará en mi memoria. En unos meses quizás incluso pueda reírme de nuestra caminata por el Cañón del Colca o de mi primera estancia en un hospital :) ¡Sin duda!