Publicat: 27.03.2019
En el camino de Arequipa a Lima hacemos una parada de una noche en Nazca. Esta polvorienta ciudad en el desierto, alejada de la costa, recibe turistas principalmente por una razón: para observar las misteriosas Líneas de Nazca. Esto se puede hacer de dos maneras: uno puede subir a una torre que está a 20 km de la ciudad y desde donde se pueden apreciar tres de las figuras, que fueron grabadas hace mucho tiempo en el suelo del desierto, desde unos metros sobre el suelo de manera inclinada e imaginar lo que podrían representar.
O se puede reservar un vuelo de media hora con una de las aerolíneas que llevan a la gente en pequeñas avionetas, ofreciéndoles así la mejor perspectiva de las figuras. Nos hemos permitido esta variante - si es que lo hacemos, lo hacemos bien…
A las 8 de la mañana nos recogen y nos llevan al pequeño aeródromo. Después de una breve espera y registro - sí, aquí incluso se necesita mostrar el pasaporte - subimos con otros 4 pasajeros a una de las avionetas. El piloto vuela, la co-piloto actúa más como guía turístico y explica cuándo hay que mirar por la ventana a la izquierda o a la derecha y qué figura se puede ver.
El vuelo en sí no es muy turbulento, pero debido a las acrobáticas maniobras voladas (de lo contrario no se ven las figuras, dicen) uno que otro estómago se resiente - y el de Seraina no logra aguantar todo el tiempo de vuelo.
Las imágenes eran más visibles en la realidad de lo que lo son en el video. Aun así, esperamos que puedan descubrir algo. Relativamente pálidos (es decir, ellas) pero seguros (ambos) ya estamos de nuevo en tierra y esperamos el próximo autobús que nos debería llevar a la oasi de Huacachina.