Foilsithe: 15.11.2018
Cuando llegas a Sucre, más bien tienes la impresión de haber aterrizado en España que en la capital boliviana. Todo está pintado de blanco y es de estilo muy colonial. Calles empedradas y estrechas, balcones pintorescos, plazas encantadoras y, sobre todo, muchas torres de iglesias blancas. Las iglesias están construidas deliberadamente siguiendo el modelo español y NO en el estilo mestizo normalmente habitual. Patrimonio de la Humanidad, por cierto.
Extremadamente deliciosas y casi nada adictivas son las Salteñas, empanadas de masa quebrada rellenas de pollo o carne, verduras, papa y pasas. Solo hay que tener cuidado, porque te mancharás rápidamente, ya que contienen mucha salsa deliciosa. ¡Que aún no haya en Alemania es realmente una oportunidad de mercado!
En el Museo Arte Indígena se pueden admirar espectaculares trabajos de tejido de la región de Sucre. Todos tienen su propia simbología religiosa.
Desafortunadamente, no todos los tesoros culturales se han conservado allí. La vista del órgano en la catedral, que es bastante fea, es una verdadera catástrofe. En el bonito atrio barroco se encuentra nada más y nada menos que UNA pipas. Vaya. Así que nada de organista para Willem. ¡Pero eso pronto cambiará!