En los caminos recorridos, bajo este lema, un viaje a Florencia es siempre especial. Maletas con ruedas, el sonido de la calle. Multitudes de todo el mundo, un meca para los etnólogos aficionados. Hacer cola para museos y lugares imprescindibles. Aperol Spritz en la Piazza por 10 euros, todo por un buen sentimiento.
Tras la llegada en tren, nos alojamos en el hotel. Era miércoles - por la mañana comenzamos en la lluviosa Bolonia, y de camino el cielo fue despejándose. Y en Florencia brilló el sol, aunque soplaba un viento fresco, alrededor de 13°C a finales de marzo. De la búsqueda y el encuentro de la primavera en Italia.
El paseo nocturno y el recorrido por la ciudad se entrelazaron. Por la noche, pizza y vino rosado. En tres días era Pascua y el ayuno no se aplicaba a los viajeros. Aunque podría haberme ahorrado un helado de 4 euros.
Con Florencia decidí seguir el camino del turista. Ya de antemano se me había pronosticado que la ciudad te hacía sentir que eras un turista.
Sin embargo, viajé con la aspiración del viajero individual. Si podría lograr el equilibrio entre el turismo masivo y el turismo individual, o si fracasaría en mi aspiración, lo mostrarán los próximos días.