Bilbao, 100% Lluvia, así es como mi teléfono móvil me preparaba para el último día de vacaciones. Con el ritmo de caminata, me desperté a las 6 de la mañana y a las 7:30 ya era el primero en el buffet de desayuno. Junto al café y al pan tostado, había fruta fresca en el 'Hostel Quartier'.
A las 10:15 estaba planeada mi visita guiada por la ciudad. Llovía a cántaros. Desafortunadamente, había extraviado mi paraguas durante el viaje. La vista del radar de lluvia mostraba mal tiempo hasta la tarde. Equipado con un nuevo paraguas de la primera tienda de souvenirs que encontré, me puse en marcha.
Junto a otros siete valientes participantes, seis de ellos de Alemania, la guía se llevó a cabo bajo la lluvia. El guía turístico Gillen, un arquitecto de mi edad, llevó al grupo a través de la lluvia y la historia de Bilbao como ciudad industrial, con el declive de la industria pesada en el siglo XX y el desarrollo positivo de los últimos años gracias al llamado efecto Guggenheim.
La tarde de este día de lluvia y despedida la inicié con una siesta, seguida de un largo paseo y la visita de la estación de tren y la biblioteca. A partir de las 4 de la tarde, incluso el sol empezó a asomarse.
El jueves por la noche finalmente se dedicó a la vida nocturna. Allí hice amistad con un grupo de cruceristas estadounidenses de la compañía Virgin Voyages, tanto viajeros como marineros. Se intercambiaron las ventajas de una vida todo incluido en el mar, yo me contuve con mi escepticismo acerca de la utilidad de viajar en contenedores de entretenimiento flotantes.
La noche siguió el patrón habitual: bar, otro bar, puesto de döner, un miembro del grupo se despide, los otros cuatro se dirigen al club de cabaret, donde otros miembros de la tripulación celebran. En algún momento, el camino de regreso al hostel. Con la introducción del código de la puerta 099745, la noche acabó para mí.
El viernes por la mañana, algo cansado, hice el check-out a las 11, miré el teléfono, el vuelo se retrasaba 45 minutos, di un último paseo por las calles del casco antiguo, compré provisiones para el viaje, en Fantastic Bilbao encontré una sudadera con capucha geek que me llevó a una compra impulsiva, luego una última cerveza y dos deliciosos pintxos en la Plaza Nueva y continué hacia el metro, donde llegué al aeropuerto a las 14:30. Con una escala en Stuttgart, volví a Berlín.