Antes de abandonar Europa por tiempo indefinido, era importante para nosotros volver a estar en presencia de las personas que no podíamos ver en nuestro día a día en Suiza, pero que valoramos mucho. Y así pasamos casi 3 semanas en Alemania una vez más. Para nuestros amigos y familia, puede haber parecido una visita corta en verano. Para nosotros, fue el comienzo de algo nuevo y desconocido.
Tuvimos la oportunidad de vivir tantos momentos hermosos. Comunidad familiar. Buenas conversaciones. Apertura y risas, pero también conflictos y tristeza. Montones de buena comida y encuentros que recordaremos por mucho tiempo.
Así es con las personas que quieres, pero que no siempre ves; te mentalizas. Te cuentas lo que has perdido y te vuelves a tocar - o te alegras de que nada ha cambiado y disfrutas de la comunidad. De una manera u otra, sabes que las relaciones cambian, que las personas evolucionan y que el espacio y el tiempo tienen influencia sobre todo esto.
Mucho más pesado
Pesan los lugares familiares.
Es absolutamente extraño visitar un lugar donde siempre fuiste un niño de escuela. Pero ahora ya no lo eres. Y el lugar sigue siendo el mismo y existe como un recordatorio - o tal vez igual de indiferente.
Visitamos
Los lugares y casas de nuestra niñez y juventud. Ciudades donde pasamos horas en McDonald's o paseamos por las calles sin dinero. Caminamos por senderos que nos llevaron a profundas crisis y hermosos recuerdos.