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Galápagos: Excursión de un día a la isla Isabela

Foilsithe: 01.08.2017

Dado que ayer por la noche caímos exhaustos en la cama a las 21:00, hoy estábamos listos bastante temprano. Perfecta condición para una excursión espontánea. Nos pusimos en la fila sin boleto en el muelle hacia los barcos que van a la isla Isabela y fueron tan amables de anotarnos en una lista que en realidad solo tenía un lugar disponible, pero a los turistas que pagan no se les dice que no. Pagamos $30, dejamos que revisaran nuestra mochila y subimos a un taxi acuático que nos llevó a nuestro barco. La travesía duró dos horas. Dos largas horas con un fuerte oleaje y un padre de familia que vomitaba continuamente detrás de nosotros.


Al llegar a Isabela, perdí inmediatamente una lente de contacto y nos dimos cuenta de que no teníamos suficiente efectivo para pagar el regreso. Como nos dijeron en el siguiente pueblo que no había cajero automático en toda la isla, pagamos los boletos, que costaban $10 más, con Visa.

A pesar de un comienzo moderadamente bueno, nuestra excursión resultó ser una gran experiencia. Después de caminar un rato por las playas desiertas, giramos hacia un muelle que conducía a lagunas escondidas, donde se presentaba una fascinante fauna y flora: en nuestro camino nos encontramos con iguanas, flamencos, patos, pelícanos, una garza, así como diversas especies de aves cuyos nombres aún debemos averiguar. El sendero terminó finalmente en una estación de cría de tortugas, donde se podían observar diferentes especies y tamaños de los animales de cerca.

Antes de comenzar nuestro viaje de regreso, paseamos por bosques de manglares, donde encontramos algunas focas durmiendo, hasta llegar a una laguna con agua cristalina, donde disfrutamos de una maravillosa vista del mar y más animales. Flo se atrevió a mojarse brevemente en ropa interior en el agua bastante fría, antes de que regresáramos al puerto, desde donde emprendimos el viaje de regreso a Santa Cruz, que resultó ser aún más accidentado que la ida. Al menos esta vez nadie vació lo que tenía en el estómago.

El cielo, por cierto, estuvo cubierto de nubes grises todo el día, lo que no impidió que el cuello de Flo se pusiera de un color rojo brillante.

Para consolar o simplemente porque sí, por la noche llenamos el estómago con ceviche y pescado a la parrilla. ¡Buen provecho y buenas noches!

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