Foilsithe: 05.10.2018
3.10.2018
A primera hora de la mañana partimos hacia el oeste, rumbo a las montañas, tras un desayuno algo tardado.
En el camino, al salir de Bogotá, somos testigos en vivo del drama de los refugiados de Venezuela por primera vez. Una vivienda de plástico a la siguiente. Uno se pregunta cuán mal debe ir en su propio país para preferir esa vida.
Al llegar a la estación de autobuses, en cambio, abordamos nuestro autobús de lujo con entretenimiento blockbuster... esta vez, exclusivamente en español.
El camino serpentea casi directamente detrás de los rascacielos de Bogotá, en dirección a Armenia. Las cadenas montañosas que harían sonrojar de envidia a cualquier austríaco invitan a maravillarse.
Después de 5 horas y unas 10000 curvas sentí que la oscuridad cayó de repente. Una ligera llovizna comienza a golpear los cristales. Poco tiempo después, todo se sumerge en una densa neblina que nos quita la visibilidad.
El conductor no se deja intimidar por visibilidades de menos de 10 metros y continúa bajando la montaña con su caballo de acero.
Desafortunadamente, la visibilidad no mejora a pesar de que el clima comienza a aclararse. ... Armenia va llegando... El monstruo...
Agarramos nuestras mochilas y el teléfono y nos dirigimos a nuestro hostal. Por primera vez, no nos sentimos del todo cómodos como obvios gringos.
Al llegar al 'hotel', después de algunos inconvenientes lingüísticos, conseguimos nuestra habitación. Pasando por habitaciones abiertas con jacuzzi y muebles de aspecto sospechoso, que no están diseñados solo para dormir, subimos al cuarto piso. Nuestro alojamiento resulta ser un hotel por horas. Quizás también por eso nos miraban raro al haber reservado para 2 noches... Nos dormimos temprano.
04.10.2018
El día siguiente comienza con mucha lluvia. El tamborileo sobre las casas de metal ya no suena tan fuerte alrededor de las 7 y partimos. Por fin, ¡naturaleza!
Salento... un pequeño pueblo de mochileros en las colinas detrás de Armenia, atrae con bonitos hostales, pequeños bares y tiendas (¿por qué no pasamos la noche aquí?) No importa... al capó del vehículo todoterreno y a la última parada de este día. Nos espera el Valle de Cocora.
12.5 kilómetros de la mejor senda de senderismo con vistas increíbles y una vegetación variada.
Con un poco de suerte, aquí se pueden ver pumas, perezosos (que Annika pudo divisar a lo lejos), coatíes y el majestuoso pájaro. Las siguientes imágenes son para nuestra tía Eva, que quería ver un cóndor. :)
Desde el panorama montañoso con palmas hasta la densa selva con puentes colgantes crujientes, hay de todo.
Y no olvidemos el 'Acaime de Colibri' (reserva de colibríes), que en la tarde, con la neblina que se avecina, se ve casi como sacado de un cuento. La entrada definitivamente valió la pena. Y gratis tuvimos un chocolate caliente con queso feta salado. Sobre la combinación se puede discutir.
Al final, tuvimos que apresurarnos para tomar el último 'Willy' (vehículo todoterreno) de regreso a Salento y luego a Armenia.
Esta vez tomamos un taxi a nuestro hotel por horas.