Foilsithe: 18.04.2022
Después de 4 horas de traslado, llegamos a Puerto Viejo en la costa caribeña. La primera impresión del hotel es mixta, pero apenas estamos bien instalados, aparece: ¡la sensación de vacaciones o como dicen los ticos: Pura Vida! 😁
Lo que inicialmente parece un poco 'desordenado' (no hablemos del moho en el baño y cosas así, hey, estamos en la costa caribeña, no queremos pasar el día en la habitación...), resulta ser un magnífico hotel en la selva. No buscamos a los animales, ellos nos encontraron: justo el primer día, Sebastián detectó un rana dardo venenosa justo al lado de la recepción y mientras todavía estamos asombrados, pasa un colibrí. Más tarde nos relajamos en la piscina, sobre nosotros saltan los monos y ¡vemos nuestro primer perezoso! Habíamos leído sobre ellos, pero ¿en serio? ¡Es como en el zoo! (@Colegas, zoo en el sentido positivo, no como lo uso normalmente, entiendan 😁)
Pero, por supuesto, no pasamos todo el día perezosos, sino que alquilamos una bicicleta, le pusimos un soporte para equipaje y cubiertas para los pies a Sebastián con gran destreza, y pedaleamos hasta el Centro de Rescate de Jaguares. A través de la carretera principal, claro está. Aquí es así.
El Jaguar Rescue es un hospital y centro de rescate para animales salvajes de todo tipo, que han sido heridos o están en peligro. Max, un voluntario de Colorado, nos informa de manera divertida y con gran contenido en una visita sobre cómo funciona todo. Para Sebastián es relativamente aburrido, la guía es en inglés y parece que estamos eternamente frente a cada uno de los recintos, pero con la traducción simultánea logra seguir con la visita. Con una sensación de 40 grados, 90% de humedad, y después de 1.40 horas con mascarilla, nos arrastramos al restaurante en la playa enfrente, y Sebastián luego con gran entusiasmo monta una estación de cangrejos.
Cuando regresamos a nuestro hotel, solo queremos una cosa: ir a la piscina. Y de inmediato.
Con Margherita, una Pale Ale local, pizza y ceviche, dejamos que la noche fluya, y luego recogemos a Sebastián, quien ya casi cae de cansancio con la cara en la comida. 😉