Foilsithe: 22.07.2020
Como los Hurtigruten no estaban en servicio, pude dormir hasta tarde – lo cual no hice. Me deslicé a la sala de estar para no despertar a nadie y me senté con mi cuenco de muesli junto a la ventana. Desde allí, miraba el fiordo vacío, observando el acantilado empinado de Hornelen (el monte, por cierto, se relaciona con el Brocken en Harz, donde las brujas se visitaban entre sí).
Cuando Gro se puso en pie, decidimos aprovechar el buen clima y caminamos hacia el lago en la colina detrás de la casa, el Gloføyvatnet. Allí también me mostró el refugio donde su madre aún ordeñaba las vacas y donde, de vez en cuando, pasaban soldados alemanes – dejando una buena impresión. Desafortunadamente, la casa ya estaba en ruinas.
En el camino de regreso vimos arbustos de arándano y picamos un poco – normalmente los frutos no maduran hasta finales de julio/principios de agosto. De vuelta en la casa, lloviznaba, sin embargo, quería recoger algunos arándanos para el postre y Gro me pasó un recolector de arándanos. En la lluvia, caminé por la hierba hasta la altura del pecho y en mi camino de regreso, asusté a una cierva.
El resto del día llovió a cántaros y lo pasamos con un buen libro en el sofá.