Publicat: 08.11.2022
Y luego, cerca de Nardo, ocurrió lo que tenía que suceder. Estábamos en camino a Gallipoli.
Los conductores en el sur de Italia son los peores de toda Europa. Hemos recorrido toda Europa, pero en ninguna parte conducen tan mal y son tan arriesgados como aquí.
Las reglas de tráfico sirven como mera referencia, toman las curvas de manera peligrosa y desatienden la prioridad de paso.
Pasamos por una pequeña intersección en la carretera principal y un conductor de Mercedes no mira, no frena y me corta la prioridad.
A pesar de la frenada de emergencia, no puedo evitar una colisión.
Por suerte, nadie resultó herido.
Su Mercedes se ve mal, mi parachoques está roto y la luz antiniebla está torcida.
Además tengo un gran abollo en el guardabarros.
Por si fuera poco, el parachoques se ha doblado tanto hacia atrás que roza la llanta.
Pero afortunadamente puedo enderezarlo con una larga barra de metal.
El culpable del accidente me deja fotografiar su identificación, el documento del vehículo y su seguro. Un testigo que habla alemán me informa que la policía no vendrá porque no hay daños personales.
Estamos ansiosos por saber si y cuándo se pondrá en contacto el seguro.