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'De los errores se aprende'

Publicat: 05.09.2017

Nuestro primer día 'normal' en Melbourne comenzó bastante relajado a las 9 de la mañana. Junto con la ayuda de Sam, elaboramos un primer plan diario.

Primero nos familiarizamos con el sistema de transporte público y adquirimos una llamada 'Myki-Card', con la que se pueden comprar boletos de manera relativamente simple y rápida en cualquier tren y tranvía.

El clima inesperadamente frío y gris hizo que el camino hacia la ciudad fuera mucho menos agradable de lo que habíamos pensado, y el largo vuelo junto con las 8 horas de diferencia horaria que teníamos detrás también se hizo sentir. Sin embargo, no permitimos que esto afectara nuestro estado de ánimo aventurero.

Nuestras primeras impresiones de Melbourne fueron en general positivas. El centro de la ciudad es muy vibrante y los lugareños son super amigables y serviciales. Desafortunadamente, el día no transcurrió tan sencillamente como esperábamos. Al intentar crear una cuenta bancaria, nos enfrentamos por primera vez a un problema. Además de nuestro pasaporte y tarjeta de embarque, necesitábamos, nos dijeron, una impresión de nuestros datos de visa. Por supuesto, no estábamos preparados para eso, y así se perdieron bien 1 hora y media viajando primero a Coburg y luego volviendo al centro de la ciudad.

En el camino de regreso a la ciudad, tomamos el tren en lugar del tranvía para ahorrar unos 10 minutos. Pero desafortunadamente, nuestra idea resultó ser un fracaso, ya que no habíamos tenido en cuenta que este tren no paraba en nuestra parada planificada. Así que tuvimos que encontrar un camino sin rumbo a través de las calles de Melbourne para regresar a nuestra sucursal bancaria. Para colmo, también comenzó a llover y, por supuesto, llegamos tarde...

Cuando finalmente llegamos a la dirección correcta, nos explicaron que nuestros documentos aún no estaban completos... Así que nuestro próximo objetivo era la Biblioteca Estatal donde, gracias a la muy amable personal, pudimos imprimir rápidamente los documentos necesarios de manera simple. Luego, emprendimos el camino de regreso a Coburg bajo una fuerte lluvia y bastante cansados. Para nuestra suerte, allí nos esperaba Annalise con una cena tradicional australiana, que consistía en una sopa de guisantes y una empanada rellena de carne de canguro.

Finalizamos la noche de manera relajada y nos aseguramos de planear mejor el día siguiente.

Pues: ¡De los errores se aprende!

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