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Capturado por Lasso

Publicat: 09.08.2018

Lamentablemente, la calidad de internet deja mucho que desear nuevamente y no podemos subir fotos. En cuanto lo hayamos hecho, lo mencionaremos en la próxima entrada del blog.

Lasso fue la siguiente parada, a solo una hora al sur de Quito, pero la diferencia es bastante grande. Un pequeño pueblo con industria forestal, ¡muy frío por la noche (!). Tuvimos la suerte de tener un alojamiento acogedor, que además contaba con un guía privado que pudo mostrarnos tanto destinos populares como recomendaciones secretas.

Primero visitamos, ya que el clima no ayudaba mucho, un pequeño castillo barroco con un maravilloso patio interior, capilla, hotel y caballitos. Y cerveza artesanal. Muy buena.

¡Pero las aventuras no tardaron en llegar! Con nuestro auto proclamado abuelo guía de setenta años, escalamos el famoso volcán Cotopaxi hasta el borde del glaciar, un, como resultó, montañés muy tímido que rara vez se muestra. ¡Finalmente hemos superado los 5000m! Desde el aparcamiento subimos 300 metros de altitud hasta una cabaña, y luego otros 200. La altura total del Cotopaxi es de 5897m, pero solo se puede llegar a la cima con el equipo adecuado. Esta ha sido la caminata más prometedora hasta ahora, aunque ya en el descenso el clima empeoró y otras actividades en el parque nacional se vieron afectadas. Pero al menos el efecto del entrenamiento del Rucu Pichincha en Quito no fue en vano, pues esta vez nos adaptamos muy bien a la altitud (excepto por la respiración).

Al día siguiente, fuimos a otro volcán, el Quilotoa, un cráter lleno de agua que es muy espectacular de ver. Lamentablemente, se comienza desde arriba y hay que bajar 300 metros de altitud muy steep. Para los turistas y otros perezosos, hay mulas que ayudan a subir de nuevo. Pero como no contamos con una buena excusa, por supuesto apretamos los dientes y caminamos (tanto con las piernas como con sudor).

A veces un viaje también es bueno para confrontarse con la realidad. En este caso, trataba sobre el mercado de ganado en Saquisilí. Allí se intercambian caballos, cerdos, vacas, ovejas, cabras, burros y llamas. En un caos de sonidos, olores y colores, los comerciantes alaban sus productos, que (principalmente los cerdos) se resisten ruidosamente a su venta. El barullo es enorme, aunque no se puede captar del todo en las fotos. Entre excremento de animales y gritos, otros vendedores ofrecían delicias caseras, aunque para nuestras delicadas narices y gustos europeos, esto parecía muy poco apetitoso.

En otro mercado se venden pequeños animales como cachorros de perro, gatitos, pollos, gallos de pelea, conejitos y cobayas. Son transportados y presentados en jaulas que a nuestro juicio son demasiado pequeñas. Mientras que a las mascotas les toca una suerte benigna, los pollos, conejos, gallos de pelea y cobayas tienen menos suerte... por un lado, esto es naturalmente poco atractivo de ver y juzgamos negativamente este tipo de cría de animales, aunque en nuestra sociedad simplemente está oculto y externalizado. El mercado se extiende por muchas otras calles, plazas y bienes de consumo diario.

Además, en las tierras altas hay algunas cabañas indígenas originales que se pueden visitar por una pequeña tarifa. Una vida de autosuficiencia muy simple y austera.

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