Publicat: 03.03.2022
Cuando dejé el avión en Cartagena el martes por la noche, me sentí abatido. El calor de la tarde estaba asfixiante y mis manos estaban pegajosas por la humedad. Donde Medellín, con su clima templado en las montañas fiel a su lema de 'primavera eterna', prometía, experimenté en Cartagena eternos días de perro. Mi cuerpo necesitaba tiempo para adaptarse y mi estado de ánimo también se quedaron rezagados en el cambio de altiplano a caribe.
Sin energía y sin inspiración, me quedé vagando en el hostel (en lenguaje moderno: chill out en mi base). Así que me adapté al ambiente general de los demás huéspedes, entre los que había (demasiados) alemanes. La costa me la había imaginado diferente.
También en cuanto al ambiente, Medellín, sin pretensiones, y la belleza caribeña se diferenciaban claramente. Cartagena se destacaba por su casco antiguo perfectamente conservado (o restaurado), una oferta turística total y precios orientados a parejas enamoradas, turistas de cruceros y de catálogos. Los viajeros individuales no encajaban realmente en el público objetivo de la mejor destino de Colombia.
Sin embargo, la ciudad, lejos de los rascacielos y complejos hoteleros, tenía mucho que ofrecer. En una visita guiada derritiéndose (por el calor), los participantes escucharon historias de conquistadores, comercio de esclavos y levantamientos, piratas caribeños al servicio de la reina inglesa, guerras coloniales con Gran Bretaña y la Inquisición española.
El segundo punto culminante del miércoles fue mi almuerzo. En un barrio de nueva construcción fuera del casco antiguo, encontré un puesto de comida con platos paisas de la región de Medellín. Ah, Medellín. Mi favorito era el llamado plato paisa (bandeja paisa), una comida contundente con chicharrón, chorizo, huevo, frijoles y arroz, plátano y aguacate. Un platillo que cubría mis necesidades alimenticias y calóricas para todo el día.
Pasé la noche en el bar del hostel. La cerveza más barata aquí costaba 6.000 pesos, en Medellín pagué 4.000 pesos por la misma cerveza.