Publicat: 01.10.2019
A diferencia de lo esperado, la adaptación fue rápida y ya al final de la primera semana me había adaptado a los peruanos. Exteriormente, por supuesto, seguía siendo la alemana con la piel como 'Pollo', que se traduce como polluelo. Un chiste de los peruanos que se hacían con los alemanes, ya que, a diferencia de ellos, tenemos la piel bastante clara. Mi maravillosa y sumamente divertida mamá coronó todo el asunto con un comentario. Cuando le conté sobre la piel de polluelo, ella solo dijo: '¡Ah, por eso es que los chicos/chicas te dicen así!'. Interesante teoría, diría yo, y supuestamente yo, la que tiene la imaginación floreciente.
Volviendo al tema. Se puede decir que no ha cambiado mucho el desarrollo de la semana. Iba a la escuela y aprendía español con mucho esfuerzo. Después íbamos todos juntos al Mercado, un mercado a la vuelta de la escuela donde había muchas mini-cocinas. La comida allí siempre era muy deliciosa y fresca, pero lo mejor era la señora de los jugos. 1 litro de jugo recién exprimido por 1,20€ y además una buena charla. Puro lujo.
Los momentos destacados de esta semana fueron definitivamente muy culinarios. El domingo fuimos espontáneamente a un restaurante de comida orgánica, que aquí hay muchos, aunque a los peruanos les encanta la carne. Era un poco más caro, pero definitivamente valió la pena. Mi 'Sandwich de Pollo' no solo era genial en sabor, sino que también visualmente valía su precio. Además, se podían comer flores, lo cual es increíblemente genial.