Publicat: 16.01.2017
Ya habíamos aclarado lo de levantarse temprano aquí: hoy fue de nuevo así: a las 05:00 horas me levanté de la cama, preparándome para la caminata (ducha, aplicar protector solar 30, reaplicar con 50 en la cara y el cuello), recogí el desayuno y partí, para poder quizás ver el amanecer en el Uluru y Kata Tjuta.
Esa idea la mantuve hasta el cartel de entrada al Ayers Rock Resort, hasta que vi a una aborigen haciendo auto-stop en el camino, que, como resultó (después de recogerla), estaba en turno nocturno y quería volver a su comunidad (dondequiera que eso estuviese: ese era mi objetivo).
Dicho y hecho: una vez que llegó el amanecer (nubes rosadas sobre el Uluru...!) caminé por el Uluru hasta la comunidad (prohibido el acceso a turistas - podía llegar hasta la carretera principal, pero no más, me explicó mi pasajera, y se despidió orgullosamente con 'aquí vivimos' (casi a los pies del Uluru).
Regresé la mitad del camino para dirigirme a los Kata Tjuta. Primero tomé algunas fotos en el mirador, luego desayuné en el coche (muesli, pan de plátano, jugo de naranja) y continué hacia el Valle de los Vientos.
Ahí había 3 opciones de caminata: 1 km hasta el primer mirador, 5,4 km hasta el segundo mirador y un sendero circular de 7,4 km. Pensé: '¡vamos primero!' Y tan rápido no pude mirar que ya había llegado al mirador uno. Se caminaba bien, así que fui al mirador dos (piedras sueltas, escalones de piedra, sobre rocas y solo un poco junto al arroyo y en la llanura), que tenía una vista tan maravillosa que valió totalmente la pena el esfuerzo para llegar allí. Ya había pasado de los 26 grados de la mañana a unos 30 grados y ya había bebido 1,5 litros de los 2,5 litros que llevé. La vista allá arriba era tan hermosa y el sol ardía tanto que me imaginé que mi caminata hacia el mirador dos era un sendero circular y me preparé para el descenso (bajar la roca, más piedras sueltas y luego una gran depresión verde con más Olgas alrededor de mí).
¿Ya ven el error? Yo lo vi un tiempo después, cuando la ampolla se hizo notar, la camiseta pegaba en la espalda, el rodillo de insectos ya había pasado por mi cara por enésima vez para ahuyentar a las molestas moscas (con la estúpida red frente a la cara es difícil ver), las piernas se sentían pesadas y el siguiente cartel en lugar de 1,6 km hasta el aparcamiento decía 2,4 km. Así que, sin querer, hice el gran tour. Fue increíble y satisfactorio, después de que llegué en coche a los únicos baños públicos cerca de las Olgas...!
Mientras tanto, Ursula había dormido, desayunado ampliamente, había hecho compras en el supermercado y en la oficina de correos y estaba escribiendo en su diario cuando regresé a las doce y media.
Por la tarde, rodeamos el Uluru en coche (Ursula no se atreve a rodear la montaña a pie), disfrutamos de las increíbles vistas y decidimos hacer mañana una breve caminata a la poza de agua.
Como aún encajaba en nuestro horario y el clima estaba genial hoy, fuimos a ver el Uluru al atardecer - justo a tiempo (habíamos cenado antes) llegamos, y en vez de ir directamente a la cámara, corrí de regreso al Suto para ir a buscar el teléfono, ya que quería compartirlo con ustedes. Ya lo imaginan: teléfono en la mano y cámara lista, el sol se había puesto sin que hubiera tomado una foto - ¡qué tonto soy!
Esta noche hicimos una excursión (tour reservado, ya que no se permite entrar individualmente) al Campo de Luces, una instalación de luces (50,000 luces que cambian de color y crean una hermosa alfombra luminosa, alimentada por energía solar, reciclable y sostenible) en el desierto de Bruce Munro. ¡Un final espectacular para el día!