Después de que me retuvieron la tarjeta de crédito en La Paz tres horas antes de la salida, fue inicialmente muy estresante recuperarla a tiempo antes de partir hacia Copacabana. Sí, Bolivia también tiene un Copacabana; sin costa, el pueblito tiene que estar, por supuesto, a orillas del lago Titicaca. Por cierto, al igual que la marina boliviana. (¿WTF?!? 🙈) El lago Titicaca se encuentra a 3,800 m sobre el nivel del mar y es gigantesco. Después de que no mucho más nos pudo entusiasmar además de las puestas de sol en Copacabana – tampoco la excursión a la muy publicitada Isla del Sol 🤏🏽♀️– decidimos cruzar al lado peruano en Puno. Aunque el camino hacia allí ya fue una aventura, ya que nuestro viaje en autobús fue interrumpido por una huelga antes de la salida. Y así fue como se vio: nos llevaron a las afueras de la ciudad, donde un montículo de arena bloqueaba la calle, por lo que tuvimos que caminar aproximadamente 3 km cuesta arriba con nuestro equipaje para poder subir al autobús al otro lado de la próxima colina bloqueada. Sin embargo, no hubo ningún problema en la frontera...Puno era sin duda más interesante solo por su tamaño (aproximadamente 150,000 habitantes), y en poco más de 1,5 días solo probamos carne de alpaca a la parrilla, disfrutamos de un buen hotel y visitamos las islas Uros. Estas islas flotan como grandes balsas ancladas en el lago Titicaca y son construidas por indígenas que viven en ellas. ¡Por supuesto, también han descubierto el turismo como fuente de ingresos, por lo que les gusta mostrar sus chozas y botes! Fue una sensación extraña caminar por las